viernes, 25 de junio de 2010

El sueño de la victoria

Leipzig, Alemania. Veinticuatro de junio de dos mil seis. Octavos de final de la copa del mundo. México realiza un juego casi perfecto contra Argentina. Maradona sufre como condenado a muerte desde su palco, se come las uñas, se mesa los cabellos, implora a los cielos que el dominio y la brillantez del juego mexicano no rindan frutos, que no rompan en favor azteca el empate que pende de un hilo. El casi fue un golazo inspiración de Maxi Rodríguez, el casi volvió a ser verde y volvió a caer sobre nosotros en forma de la eterna lápida que termina por aplastar nuestros sueños futboleros... casi siempre... más siempre que casi. La miel se nos cayó de los labios cuando estábamos a punto de saborearla, su lugar lo ocupó la hiel de la derrota, la impotencia de no tener argumentos para taparle la boca a los que se proclaman superiores entre burlas y cantos ofensivos, el dolor del ya merito, del jugamos como nunca y perdimos como siempre. La eterna pregunta flotaba en el aire: ¿qué demonios nos falta para dar ese último paso hacia la victoria?, mientras los más llorones buscábamos algún rincón para limpiar las inevitables lágrimas de frustración.

Johanesburgo, Sudáfrica. Veintisiete de junio de dos mil diez. Octavos de final de la copa del mundo. México debe realizar un juego perfecto, esta vez sin el casi, ante una de las mejores Argentinas de todos los tiempos. La lógica indica que no tenemos oportunidad. En la comparación hombre por hombre salimos perdiendo. En los registros históricos, también. Los sudamericanos proclaman la victoria por adelantado, seguros de su superioridad, ufanos, sobrados. Nosotros sucumbimos ante nuestros fantasmas, ante la aplastante realidad de nuestra historia. Nos duele el anhelo y al mismo tiempo pensamos que podemos alcanzarlo, sólo para instantes después reirnos de nosotros mismos ante tal atrevimiento. Algunos son más optimistas y se atreven a mantener el sueño de la victoria y a hacerlo público, la mayoría somos más precavidos, soñamos en silencio y con cierta precaución (ya hemos sufrido tantas decepciones) pero no dejamos de hacerlo, no dejamos de desear que esta vez el destino le dé a cada uno lo que necesita con desesperación: a ellos un baño de humildad, a nosotros, uno de gloria.

La mesa está puesta para la revancha. Lo más difícil ya ha ocurrido, el destino nos pone cara a cara de nuevo en la misma instancia que hace cuatro años, con el mismo rival. Estamos ante una situación inmejorable para romper con nuestros miedos, para construirnos de nuevo, para comenzar a cantar victorias en lugar de derrotas.

¡VAMOS, MEXICOOOOOOOOOOOOOOOOO!

jueves, 10 de junio de 2010

El día antes de mañana

La fiebre futbolera es la epidemia del momento. Resulta imposible resistirse al contagio, el virus está en todos lados, se respira, se come, se escucha, se siente.
Creo que nunca antes me había tocado vivir un previo tan intenso, parece que en esta ocasión juegan más elementos que nunca antes, desde la localía del primer rival, los ojos del mundo entero puestos en un "nosotros" (entendamos "mexicanos") representado por once jugadores que teóricamente son, en conjunto, los mejores de todos los tiempos para nuestra realidad medianera en el ranking mundial.
Hoy es el día previo a ese juego inaugural en el que se resumen los sueños futboleros de los más de cien millones que somos, la ansiedad es palpable en las redes sociales, en el radio, en la tele, todos hablamos sobre el juego de mañana. Hoy todos pertenecemos, todos sentimos el verde.
Un ¡Vamos México! resuena dentro de cada uno, mañana explotará en la victoria.

jueves, 3 de junio de 2010

De cumpleaños y maridos

Hoy celebro con mucha alegría, otro cumpleaños de mi marido. Uno que no le agrada mucho porque está un poquito pasado de los 40… pero bueno, yo soy de las que creen que el número no es lo importante, sino la forma en la que has vivido todos estos años.


Conocí a Alex hace ya doce años y recuerdo que en aquellos años, el panorama de su existencia no era muy bueno, sin embargo su actitud hacia la vida dejaba ver que en su corazón siempre ha habido esperanza por un buen porvenir.
“The King of Pain”, “The Storm Raider” y “The Trooper” fueron los “nicknames” que durante algún tiempo, uso en su messenger. Muy bien elegidos, si me lo preguntan, porque cada una de las canciones detrás, tiene una marca, a veces muy literal, de lo que pasa en su vida.


Si alguien sabe enfrentar con optimismo una mala época, ese es mi marido. Esa es una de las muchas cualidades que me hizo que me enamorara de él, poco tiempo después de que lo conociera.


Otra de sus maravillosas cualidades está en su habilidad para entender el mundo femenino. Si alguna vez vieron aquella película de nombre “What Women Want”, en donde Bette Midler le dice a Mel Gibson que si los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, entonces él habla venusino; pues mi marido habla venusino.
Gracias a ese maravilloso don venido seguramente de la facilidad con la que su mamá entabla relaciones amistosas y de esa extraordinaria capacidad de su papá de analizar e interpretar la manera de ser y de pensar del ser humano, es que mi marido tiene tanto éxito entre las mujeres.

Y no, su éxito no está basado en conquistar a nadie porque ese no ha sido su objetivo; él simplemente busca ayudar porque le gusta hacer el bien. Puede sonar inocente de mi parte decirlo, pero lo digo porque lo conozco y sé qué hay en su corazón y en su mente.

El romance como tal no es lo suyo porque su carácter bromista echa a perder momentos así, pero no es algo que me haga falta porque siempre encuentra momentos para darme un beso, un abrazo o para decirme que soy la mujer más hermosa que hay en el mundo.

Alex es un hombre hogareño que le gusta compartir su tiempo libre principalmente conmigo y nuestros hijos.


Es un padre extraordinario y no lo digo porque me ciegue el amor… al contrario, el amor no significa una venda en los ojos y yo he visto cómo ha transformado para bien, nuestro mundo en casa. Gracias a él puedo decir que soy una mejor madre, porque con su ayuda, he logrado entender muchos aspectos que estaban fuera de mi perspectiva con respecto a lo que sienten y piensan los niños varones.


Le gustan prácticamente todos los deportes pero principalmente el fútbol. Es “Puma” de corazón y el pobre sigue soñando con que algún día, México hará fútbol de calidad….

Cuando lo conocí, me introdujo al mundo musical del metal, cosa que siempre le agradeceré porque entre muchas otras cosas, en esta música tan maravillosa he encontrado voces y compositores que admiro mucho y he aprendido a ver otros aspectos de la humanidad, que nunca había escuchado en otros géneros musicales.
Compartimos el gusto por la televisión, así que pasamos muchas horas no solo viendo series, sino también comentándolas y analizándolas.

Igual que yo, Alex es un apasionado de la Fórmula 1. Lo único malo es que es fan de Ferrari y de Schumacher, mientras que yo soy y siempre seré fan de Mc’laren y nunca le encontraré lo fuera de este mundo a un piloto como Schumacher.

En cuanto al trabajo, a Alex le encantan los retos y las cosas que demanden mucho de él. Se apasiona por lo que hace y si alguien se pone una camiseta y le es leal, ese es él.

Es perfeccionista y por lo mismo suele ser un poco (o un mucho) intolerante cuando la gente a su alrededor obstaculiza el cumplimiento de los objetivos con su ineptitud. Sí, podemos decir que peca de arrogante, pero esa seguridad en sí mismo y en sus capacidades, lo han hecho un buen líder, a decir de los que trabajan con él.

La disciplina y el orden no son de sus fuertes, pero creo que todas sus cualidades equilibran muy bien la balanza, aunque está muy consciente de lo mucho que le beneficiaría desarrollar esas habilidades.


En fin, podría pasarme el día entero recordando y enunciando las cosas maravillosas que hacen de mi marido un hombre tan especial, pero mejor aquí lo dejo y me voy a seguir el camino que hace once años decidí recorrer con él, para encontrar muchas otras razones para amarlo como lo amo.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS PAPITO HERMOSO!