jueves, 31 de marzo de 2011

Nubes


Nubes. Negras. De lluvia. De algodón. De tormenta. De borreguito. De Dios. Barridas por el viento como hilos. De plata brillante (como de Figueroa). Creadoras de sombra como árboles frondosos. Cirros. Estratos. Naranjas y violetas de crepúsculo. Doradas de amanecer. Viajeras no siempre con prisa, no siempre con destino. Dadoras de agua. Dadoras de vida y de muerte. Oasis. Niebla densa. Niebla etérea. "Agrisadoras". Violentas de granizo. Espesas de nieve. Heraldos del frío y del invierno. Cómplices de la imaginación. Formas caprichosas de significados individuales. Casa del trueno. Lugar común de sueños infantiles.

¿Huelen las nubes?

miércoles, 30 de marzo de 2011

Las Limitaciones.... ¡Están en tu cabeza!

En cierto modo siempre he estado consciente de que mi mundo es pequeño, pero no me había dado cuenta plena de que su pequeñez ha ido en directa proporción con lo que yo he pensado son mis limitaciones.


Y bueno, no es que de la noche a la mañana crea que puedo desafiar las leyes que rigen a este universo... no se trata de eso, se trata de que en lugar de tenerlas como una barrera o de querer ir en su contra, las uses a tu favor.


Pienso en lo que tienen que hacer por ejemplo las personas que en algún momento llamamos discapacitados (después se llamaron "con capacidades diferentes", pero el término murió porque toooodos tenemos capacidades diferentes). El caso es que las personas que han padecido alguna enfermedad que les ha obligado a llevar una vida distinta a la de la mayoría, por falta de algún miembro o parte de su cuerpo, o aquellos que por un accidente han quedado en las mismas circunstancias, son un ejemplo muy palpable de que en verdad, las limitaciones están sólo en tu cabeza.


Aquí en México es bien sabido que los atletas paralímpicos están mucho más comprometidos y aman más la camiseta que los otros atletas. Sin querer entrar en controversias simplemente señalaré que mientras los atletas mexicanos que participan en las olimpiadas traen dos o tres medallas (si bien les va), los paralímpicos se traen decenas y cada uno por lo menos trae dos o tres. ¿A qué se debe esto? No sé en otros países pero aquí en México el mundo es tremendamente hostil con personas en estas condiciones y sin embargo muchos de ellos salen adelante con mucha más dignidad de lo que lo hacemos los que tenemos el paquete completo.

Y el secreto no es tan secreto en realidad. La razón por la que ellos no sólo salen adelante con más dignidad sino que además brillan en lo que sueñan, es porque están acostumbrados a hacer el esfuerzo que sea necesario para alcanzar lo que anhelan.

Hablando de forma personal diré que es irónico que alguien que no tiene que esforzarse tanto como quien no tiene piernas o manos o que es ciego, se limite tanto en cosas tan elementales como la felicidad.

Digo, no dudo que hay gente infeliz y amargada por su condición de vida (con o sin discapacidad), pero veo con admiración y gusto que son más las personas con capacidades especiales que buscan su felicidad y se abrazan a ella sin importar sus condiciones de vida (o por encima de lo que ellas representan), que los que lo tenemos todo.

Por ejemplo, a partir de mi crisis existencial sobre mi postura como empleada y mamá, descubrí que no es posible brillar en ambas facetas porque por su naturaleza se contraponen. Al principio me frustré, lloré y me emberrinché porque me parecía injusto que este mundo estuviera mejor diseñado para los hombres, que ellos gozaran de todas las ventajas y que nosotras cargáramos más con las responsabilidades, que con la realización de nuestros proyectos porque "alguien" tiene que quedarse a cuidar a los niños.

Estoy muy agradecida de mi trabajo de medio tiempo y no lo cambiaría por nada, pero al ver que no tendría un desarrollo como yo lo imaginaba debía ser, me resigné a vivir una existencia laboral tirando a la mediocridad. Y no es que sea chambona y haga mal mi trabajo. Una cosa siempre me ha quedado clara, si vas a hacer las cosas hazlas bien o mejor dedícate a algo más, pero me quedaba claro que por ejemplo los cursos de capacitación, los proyectos especiales y los viajes no eran algo que cabía en mi universo.

Hace unos días descubrí que estaba en un error. Que el crecimiento y el desarrollo no se limitan a tu concepción de éxito; que el universo es infinito y que por lo tanto está en constante expansión y por ende también lo están las cosas que lo componen.

No, no me volví loca y de pronto creo que todo se expande por mi gusto. Como dije al principio, no creo que en este mundo haya una sola cosa que se haga realidad en contra de las leyes que rigen el universo (muy inteligentemente creadas, por cierto), lo que sí creo es que el espectro es mucho más grande y de mayor alcance de lo que podemos ver.

Puesto en otras palabras y usando mi situación para dar marco en particular a este caso, yo no podré físicamente expandirme, pero existen partes de mí que están fuera de esa "limitación" física, y que sí se pueden expandir para trabajar a mi favor si así lo deseo.

¿Quién diablos dice que mi empresa se va a quedar toda la vida como está y que por lo tanto no tengo cabida en otros marcos funcionales?

Eso es algo en lo que no había pensado hasta que mi jefe me invitó a participar en un par de proyectos que me tienen muy entusiasmada por el reto que implican, y por el desarrollo profesional y personal que sin duda ofrecen a los involucrados.

Ahí me di cuenta de que puedo crecer aun cuando no tenga un cambio de puesto hacía arriba en mi organización.

¿Cuántas otras cosas he limitado en mi vida porque no encajan con mi manera de ver las cosas?

¡Puuuuuuf! Cientos, tal vez miles.

Lo que sí creo es que todo camino requiere de un esfuerzo, tal vez uno extraordinario, pero de que se puede, se puede.

¿Y tú, a dónde quieres llegar y qué estás dispuesto a hacer para conseguirlo?

Nos vemos en la próxima.

domingo, 27 de marzo de 2011

Querer y no poder romperse

Siempre me he roto con facilidad. Históricamente no me ha sido necesario de golpes fuertes o caídas profundas o grandes cataclismos para que el suelo se tapice de trozos de mí. Costumbre, hábito, tradición emocional, tal vez sólo gigantezca estupidez. Entonces... ¿qué pasa ahora?, ¿qué me ha cambiado por dentro que por más que lo intento no puedo estallar? ¿Serán los cercanos cuarenta?, ¿la maternidad?, ¿la adolescencia de mis hijos?, ¿el amor más que quinceañero que siento por mi marido?, ¿el cambio de visión que me ha regalado el hábito de correr?, ¿la necesidad de seguir sintiéndome orgullosa de mí misma?, ¿el no hace mucho comprendido "This too shall pass"?
El caso es que llevo tres semanas intentando romperme, victimizarme, quedarme en cama días enteros, pero sencillamente no puedo. No hay más que eso, una incapacidad contraria a mis deseos más tradicionales en situación de crisis.
¿Debo alegrarme y resignarme o seguirlo intentando?


jueves, 24 de marzo de 2011

Noche


Me cuelgo de la alta noche, me pierdo en sus oscuridades de terciopelo. Soy noche. Soy de la noche. Mi sueño sube y baja entre sus cavernas húmedas, salitrosas. La plata que la salpica fascina a mis sentidos despiertos... los dormidos nunca, los dormidos buscan el silencio rasposo del negro y el gris fusionados, convertidos en el todo más absoluto. La noche que soy no tiene luces amarillentas de ciudad, acaso algún farol perdido en un recuerdo, sólo eso. La noche que soy es un manto de ausencia de luz pero plagado de ruidos de grillo y alguna que otra luciérnaga rompiendola a momentos; noche de campo, de hierbillas cerradas, de pájaros que duermen.

viernes, 11 de marzo de 2011

Esa que soy cuando cruzo la meta


Cruzar un umbral significa salir y entrar. Tal vez por eso nos causa tanta fascinación una puerta, mucho más si está cerrada. Cruzar un umbral significa movimiento, cambio, abandono de la zona de confort. Salir significa abandonar. Entrar encierra la posibilidad de algo nuevo, de algo por conocer y, por lo tanto, desconocido. A pocos nos entusiasma enfrentarnos a eso, así que nos aferramos a nuestras rutinas y prácticas comunes aplicando el viejo y conformista adagio "más vale malo por conocido que bueno por conocer" para justificar ante el mundo y ante nosotros mismos nuestra cobardía.
Me reconozco como una cobarde. Jamás he sido de las que arriesgan. Me gusta el terreno seguro. Cuando era niña odiaba dejar de tocar el suelo; las resbaladillas eran uno de mis grandes temores, al columpio sólo me subía si el balanceo era suave y corto. Contradictoriamente amo la sensación de volar, del aire sobre la cara; pero eso sí, siempre y cuando me sienta en control de la situación. Me gusta controlar o por lo menos sentir que lo hago. Entiendo que esto me vuelve una mujer cuadrada. Contradictoriamente me gusta crear, creer, soñar, adoro las formas suaves y redondeadas. Ya sé que suena confuso, pero ya casi llego al punto que deseo explicar, lo prometo.
Mi auto análisis me lleva a la conclusión de que soy un ser reprimido, alguien que anhela la libertad pero que no se permite a sí misma experimentarla, alguien que quisiera ser casi todo lo que no es pero no se atreve a luchar por ello, alguien que nunca ha estado en el momento y lugar correctos para empezar su propia historia de sueños cumplidos.
Hace poco más de cinco semanas fui en contra de mi auto represión. Me monté en una ola impulsiva y me incribí a una carrera de diez kilómetros para mujeres: la Nike Nosotras Corremos. ¿Cómo fuiste capaz? ¡No estás preparada! ¡Con tantas dificultades corres cinco! ¡Eres muy lenta! ¡Falta muy poco tiempo! ¡No vas a lograrlo! Una y otra vez intenté sabotearme como tantas y tantas en el pasado, pero la locura ya había sido cometida y el comprobante de pago y de inscripción temblaba en mis manos. Tenía dos caminos: rajarme y ser fiel a mis miedos o aventarme al ruedo y sentir por primera vez en mi vida que había asumido el riesgo correcto. Me mantuve firme y opté por la segunda, finalmente si no lograba terminar nadie moriría.
Desde ese momento mi vida empezó a girar en torno a la carrera y mi preparación rumbo a la meta. Hablé con mi familia para que entendieran la importancia de mi reto y me dieran todo el tiempo y espacio posible para prepararme. Dejé de fumar, cambié mi forma de alimentarme, descargué un programa de entrenamiento del sitio de internet de la marca organizadora, y me puse a entrenar. No fallé un sólo día, aunque hiciera frío, aunque me tocaran los odiosos fartlek, aunque me sintiera cansadisisísima. En mi mente sólo existía la necesidad de no llegar última, pero sobre todo de no ser levantada por "la barredora", un camioncito que recorrería la ruta después de noventa minutos de iniciada la carrera para ir recogiendo a las corredoras que aún no hubieran llegado a la meta. Trabajé mucho a nivel mental para asimilar profundamente que el reto era sólo contra mí, para creerme que podría.
El día anterior a la carrera hice todo lo recomendado: tomé mucha agua, comí carbohidratos, descancé y me dormí temprano.
El 6 de marzo de 2011 cambió mi vida. La vibra que se siente en una carrera de esas no tiene comparación. Miles de mujeres metidas en miles playeras naranja y likras negras llenábamos el infield del Hipódromo de las Américas, todas emocionadas, cada una con su propio sueño por cumplir. El disparo de salida sonó y el nervio que me había acompañado desde el día anterior se convirtió en una explosión de adrenalina. Finalmente había llegado el momento para el que tanto me preparé durante cinco semanas. Finalmente había llegado el momento de hacer algo por mí, para mí, desde mi yo más interno. Ahí no era la mamá de ni la esposa de ni la hija de ni la hermana de ni la jefa de, ahí era simplemente yo en medio de otras ocho mil mujeres, sola, buscando romper mis eternos esquemas de derrota y auto sabotaje. Empecé a correr con algunas lágrimas bailándome en los ojos. Me permanecía un miedo que se iba disipando conforme avanzaba y escuchaba las porras y los gritos de aliento que nos regalaban cientos de personas apostadas a los lados de la ruta. Cierto era que muchas corredoras me rebasaban pero jamás sentí ese terror que imaginé tantas veces mientras entrenaba. Establecí mi ritmo de carrera y me apegué a él aunque la adrenalina me pedía ir más rápido. A los dos kilómetros ya había dejado atrás cualquier carga negativa y corría serena, disfrutando, sonriendo, agradeciendo a los porristas, leyendo los ingeniosos carteles de apoyo que sostenían sobre sus cabezas mientras no dejaban de gritar "¡Venga! ¡Vamos! ¡Sí se puede! ¡Son todas unas campeonas!". Llegué a la meta exactamente a la hora con quince minutos de haber cruzado la línea de salida, entera, con fuerza suficiente como para correr otros tres o cuatro kilómetros, feliz, satisfecha, eufórica, con los brazos levantados y las lágrimas cayéndome sobre el rostro previamente mojado por el sudor, sintiéndome fuerte, valiente, poderosa, capaz de cualquier cosa.
Nunca antes me había sentido así.
Nunca después seré la misma persona.
Finalmente, al cabo de treinta y siete años crucé el umbral, descubrí que puedo si quiero, que las limitaciones las he traído siempre dentro de mí, sobre mi espalda como un saco pesado, como un lastre al que tristemente me acostumbré a cargar cmo si no hubiera otra alternativa. Y es que no la había, no hasta que la venda se me cayó de los ojos al cruzar la meta.
Hoy veo la vida de otra manera. Hoy quiero enfrentar todos los retos que había venido posponiendo. Hoy no me cuesta trabajo levantarme por la mañana a enfrentar el día, sin contar las horas que faltan para volver a dormir por la noche. Hoy asumo la absoluta responsabilidad de mi vida sin buscar culpables ni pretextos.
El próximo 10 de abril correré de nuevo y pronto comenzaré a entrenar para el medio maratón de la Ciudad de México a celebrarse en septiembre próximo. Por un rato seguirán sin importarme los tiempos y permaneceré enfocada en terminar antes de que los organizadores "levanten el changarro", seguramente con el paso de los meses comenzaré a preocuparme por esos mounstritos que aderezan y acompañan la vida del corredor. Mientras tanto seguiré disfrutando de los albores de mi amateurismo, y seguiré corriendo detrás de mí misma, detrás de esa que soy cuando cruzo la meta.

miércoles, 9 de marzo de 2011

40 Días


40 días en busca de la felicidad que no tiene fin.


40 días de decirle ¡No! a la ira.


40 días de pensar en los demás antes de pensar en cómo me afectan a mí, las cosas que pasan.


40 días de servir con alegría a quien lo necesite.


40 días de no tirarme a la pereza.


40 días de darle gracias a Dios lo que ya me dio, antes de pedirle que me de lo que creo que no me ha dado.


40 días de paciencia, sobre todo para con mi próximo.


40 días de no matar a mi próximo con críticas y prejuicios.


40 días para ver lo bueno que hay en cada cosa que me parece mala.


40 días para fortalecer esa fe que creo que es débil y que se rompe con cada problema.


40 días para no volver a llorar por el tiempo perdido.


40 días para aprovechar cada segundo que tenga por delante.


40 días para cambiar mi disposición a las cosas que me molestan.


40 días para vivir la Misericordia de Dios.

martes, 8 de marzo de 2011

¿Hija de Eva?

Celebrando el día de la mujer me puse a reflexionar la forma en la que ha cambiado mi percepción sobre mi propia condición de mujer.

Hasta hace algunos años, pensé y sentí sin lugar a dudas, que el haber nacido mujer era más una maldición que otra cosa, y es que pareciera que todo está en nuestra contra.

Las mujeres de antes vivían para su hogar, su marido y sus hijos. Ellas no cargaban con el peso de salir a ganarse el pan para la mesa, una condición bastante cómoda, pero que tristemente se veía ensombrecida por una lista interminable de contras que se resumen en: vivir sojuzgada al machismo del marido y no tener voz ni voto en la toma de decisiones que afectan a la familia.

Si la mujer tenía marido y éste ganaba buen dinero, tal vez podría vivir bien, pero lo más probable sería que el señor tuviera por ahí un par de "casas chicas" o "segundos frentes" y por lo tanto, que gran parte del dinero que él ganara con el sudor de su frente nunca se vería en la casa ni en los hijos.

¿Es vida soportar a un hombre que te ningunea, te engaña emocional y sexualmente, no te da libertad ni siquiera para salir a hacer tus pendientes en la calle con tranquilidad y aparte te atosiga con que tú eres la que le pone el cuerno? ¡Definitivamente no!

Y bueno, también estaban los que dejaban abandonada a la mujer después de haberla llenado de hijos; los que no la abandonaban pero que padecían de alcoholismo u otras adicciones que les quitaban la cordura.

¿Y qué hay de la mujer que se quedaba sola y no estaba capacitada más que para trabajar en las labores de la casa?

Sé que muchas familias se sostuvieron de una madre que lavaba, planchaba o cosía ajeno, pero estos trabajos nunca fueron bien remunerados porque dicen que hay quien los hace gratis: "el ama de casa", "la esposa".

Mi bisabuela materna decía que no podías darte el lujo de ser una "mantenida", que había que estudiar y prepararse porque nunca sabías lo que podría depararte el destino.

Agradezco a mi bisabuela haber tenido esa visión porque gracias a mi preparación, hoy puedo proveer a mi hogar lo que con tanto gusto gano en mi trabajo, y no le temo a la adversidad en la forma que se llegara a presentar, pero la verdad de las cosas es que durante mucho tiempo esta visión de la vida se contrapuso con lo que yo deseaba y me costó trabajo encontrar un equilibrio entre mis anhelos profesionales y mis deberes para con la familia.

Por si esta lista de inconvenientes fuera poca cosa, tenemos los "maravillosos" vaivenes de nuestra condición física. Los hombres dicen que religiosamente una vez al mes, las mujeres nos volvemos locas... ¿será?

Hace ya tres años que me hicieron una histerectomía y la verdad es que no puedo decir que mi vida ha sido ciento por ciento mejor sin la marabunta de problemas que me aquejaban, pero reconozco que por lo menos soy mucho más feliz porque lo que más aborrecía de esta condición, ya se fue. Claro que ahora que ya me libré de los cólicos menstruales, las fuertes pérdidas de sangre en cada periodo y el tener que estar en la zozobra de si menstruaré o no, han influido para que me sienta muy bien pero también me he dado cuenta de que al haber perdido todo esto, otras cosas que antes estaban bien se descompusieron y para vida de medio componerlas, pues hay que tomarse religiosamente una serie de medicinas. No hay manera de tener el pastel y comérselo, ¿cierto?

Los únicos dolores de parto que tuve fueron de mi segundo hijo y la verdad es que no me dieron tan fuertes como a algunas mujeres. Me acuerdo que tuve un chorro de horas de contracciones pero hasta me di el lujo de ir a hacer súper (compras de mercado) por aquello de que después no podría hacerlo.

Sí, mis dos hijos nacieron por cesárea y en lugar de recuperarme en tres días, me tardé como tres semanas.

Recuerdo que mi madre (QEPD), me dijo cuando me quitaron la matriz que si estos problemas no serían ocasionados por mi constante y eterna renegadera de vivir con esta condición de mujer y en su momento me disgusté con ella, pero después llegué a la conclusión de que tal vez tenía razón.

Otra cosa que me molestaba de ser mujer era el hecho de vivir a expensas de un hombre que con la mano en la cintura, podría engañarte con otras mujeres (o peor, con hombres).

Una amiga de la familia se fue con su hija recién nacida de viaje, en el camino se le puso mal de salud y optó por regresar. Al llegar a su casa, se encontró a su marido encamado con otro hombre. ¡Plop!

Ah, pero la infidelidad no se da nada más en el aspecto sexual y sin embargo, pareciera que es lo único que nos importa. "¡Puedes estar enamorado de ella, pero no la toques!"

Y claro, la otra cara de la moneda, el hombre que no pone en riesgo sus sentimientos ni sus emociones así que no ve que haga nada malo al compartir la cama con otra que no es su mujer.

Definitivamente es mucho más terrible vivir con un hombre que ama a otra (o a muchas otras) mujeres, pero pese a lo que digan, no me trago todavía aquello de que no importa que él se acueste con otras puesto que no le importan. Creo que la sexualidad es mucho más que sólo placer corporal y que dentro del matrimonio, debería ser exclusivo de los esposos.

Volviendo un poco al punto de la mujer que se prepara para salir a trabajar, nos encontramos con el hecho de que si quieres brillar en tu profesión tienes que dejar de lado el aspecto familiar o si quieres enfocarte en el aspecto familiar, debes resignarte a que tu profesión nunca llegará a relucir. Y aquí caben muy bien las palabras de Jesús: "No puedes servir a dos amos. Quien sirve a dos amos, amará a uno y despreciará al otro. Atenderá a uno y descuidará al otro". ¿Qué hacer entonces cuando ya tu vida está compuesta por estos dos aspectos?

Alguna vez me contaron que una ejecutiva de grupo Pepsico, llegó un día y dijo: "Seguramente en el mundo hay quien haga igual de bien o mejor mi trabajo, pero para criar a mis hijos y atender a mi marido no hay quien lo haga como yo". La mujer renunció a su brillante puesto de directivo y se fue a su casa.

Buscando citas sobre la mujer me encontré esta que reza:

"Mujer, de nada te serviría ser una profesional exitosa, una ejecutiva triunfadora y una mujer destacada, si no logras ser mejor señora de tu casa, mejor compañera de tu marido ¡y mejor madre de tus hijos!"

Zenaida Bacardí de Argamasilla.

¿Y quién es Doña Zanaida Bacardí de Argamasilla? Pues lo único que sé es que es una autora de poemas, cartas y pensamientos y que además es católica.

La verdad es que su frase hace sentido en mi cabeza y en mi corazón porque algún día tratando de encontrar el éxito profesional, vi ensombrecida mi vida familiar y la verdad es que fue en ese punto en el que decidí que en mis prioridades estaba la familia antes que el trabajo. ¡Bendito Dios que puedo hacerlo!

Y luego están las mujeres que mi abuela llama “cariñosamente” "prófugas del lavadero". Esas que botaron todo lo que les estorbaba para ir en pos de su satisfacción disfrazada de felicidad. Recuerdo con qué rabia las miraba porque me parecía una injusticia que ellas gozaran de todos los bienes y no tuvieran ninguna responsabilidad. ¿De verdad? ¡Igual y era envidia!

Hoy podemos ver que estas mujeres tenían una "vida secreta" y que estaba plagada de miedos, frustraciones, resentimientos e insatisfacciones. Muchas de ellas se han entregado al alcohol, a las drogas, al sexo promiscuo y algunas de ellas en el camino, se toparon con la enfermedad y eventualmente con la muerte.

¿Y a quién le debemos toda esta cadena de sufrimientos? ¡Pues a nuestra querida EVA! Esa que por mensa le dio a Adán de comer el fruto que Dios le prohibió.

¿Será realmente que la condenación de nuestra especie está basada en nuestras debilidades?

Si es así, creo que debo empezar por hacer algo si quiero dejar de ser infeliz por todos los contras que pueden rodear mi vida como mujer.

Es verdad que para mí no son los puestos rimbombantes y las oficinas a todo lujo que en la puerta dicen: "CEO", pero soy muy feliz en mi trabajo porque hago lo que amo y me queda mucho tiempo para dedicarme a mis prioridades en la vida.

Es verdad que para mí no será el reconocimiento de una profesionista destacada, pero me llena más de satisfacción hacer algo que le haga la vida más fácil a quienes trabajan conmigo.

Es verdad que para mí no son los viajes de negocios por Europa, Estados Unidos o Asia, pero sé que el día que viaje a estos lugares, será maravilloso porque iré por placer.

Es verdad que las mujeres nos volvemos locas una vez al mes, pero un mundo lleno de mujeres cuerdas sería muy aburrido.

Es verdad que hay hombres que engañan en todos los aspectos, pero la verdad es que el mío no y eso me hace muy feliz.

Es verdad que no puedo darme el lujo de ser una "mantenida", pero sé que si quiero, puedo encontrar tiempo para dedicarle al jardín de mi corazón y de mis anhelos.

Es verdad que me dan envidia las mujeres que se liberan más allá de lo razonable, pero no cambiaría mi vida por la de ellas.

Es verdad que por muchos años me sentí infeliz hija de Eva, ¡pero ya no más!

Hoy mi forma de percibir el mundo femenino ha cambiado porque decidí enfocarme en lo mejor y no en lo peor.

Aquí en México somos muy devotos de la Virgen María en muchas de sus advocaciones. Para todo México está La Guadalupana y para nosotros los tapatíos además está la Virgen de Zapopan.

Personalmente María no significó para mí nada más allá de ser la madre de Jesús. En los últimos meses me he encontrado con que su significado es mucho más grande y enriquecedor de lo que yo creía, pero que como su participación en la obra de su hijo pareciera no trascender más allá de haberle dado a luz y de haberle llorado a los pies de la cruz, nunca le di la importancia que tiene.

Haciendo a un lado la polémica de si es o no la madre virgen de Dios hecho hombre, creo que María es un buen ejemplo de mujer que vive con dignidad y que se entrega a quien le dio la vida, es decir, a Dios.

Finalmente cada quien es la persona que puede ser. Habrá quienes estén llamados a la vida religiosa, habrá quienes estén llamados a brillar en lo profesional, habrá quienes estén destinados a ser padres extraordinarios y habrá quienes estén destinados a cambiar al mundo 180 grados con su creatividad. Habrá bueno y habrá malo; en uno está decidir de qué lado quieres vivir y de quien quieres seguir su ejemplo. ¡El chiste es ser FELIZ en el proceso!


¡FELIZ DIA DE LA MUJER!




Y si creen que todo el rollo mareador del principio es obra de una imaginación fértil pero fatalista, vean aquella película mexicana de nombre: "¿Por qué nací mujer?", del año 1970. Muuuucho de lo que les cuento me tocó verlo en las familias de mis padres y otro tanto en las mujeres que se me han atravesado en el camino. La escritora Myriam Salinas, supo retratar muy bien en esta historia la vida de la mujer mexicana.