lunes, 30 de mayo de 2011

Una mala persona

La idea de que soy una mala persona me ronda cada vez más. Y es que fui criada bajo el precepto de que hay que aguantar cualquier cosa en aras de mantener la "armonía". En mi familia el conflicto es un término intolerable, una especie de plaga de la que hay que huír todo el tiempo a costa de lo que sea, hasta de la propia dignidad. Ok. Aquí ya vamos mal. Ahora, ¿qué pasa cuando por simple inercia, si se quiere, o por algo parecido al crecimiento personal te das cuenta de que eso no está bien y decides que nunca más quieres ser así, que vas a luchar con todos tus recursos contra esa pusilanimería? Pues resulta que te liberas de un lastre pero te cae otro encima, tal vez uno mucho peor: la culpa. Sí, la pendeja culpa que hace su aparición cada que dices NO, cada que dices lo que piensas aunque los demás no estén de acuerdo, cada que antepones tus deseos o planes o necesidades personales sobre los de la todopoderosa, omnipresente y omnipotente FAMILIA.
Resulta, pues, obvio que me he convertido en una especie de mounstro de egoísmo porque antepongo una carrera dominical a compartir el fin de semana con la FAMILIA. ¿Y hasta dónde se disparará mi índice de maldad si un día se me olvida, se me barre, se me van las cabras al monte, se me va el santo al cielo y no le pongo un mensaje en Facebook a mi hermana que vive del otro lado del mundo para avisarle que no estaré presente en una sesión de Skype en la que nunca confirmé que estaría pero ella pensó que sí? ¡Claro! Entonces me convierto ipso facto en un ser despreciable, egoísta, malvado, perverso, incapaz de valorar nada de lo que han sacrificado por mí en el pasado: tiempo, atención, consuelos, desvelos. Entonces sucede que todo lo positivo que pudiera haber hecho antes se va al caño, derechito y sin escalas, y lo único que cuenta es ese instante de infortunio en el que se me olvidó tomar la Blackberry y escribir un simple "Hermana, no podré estar en la sesión de Skype en la que nunca confirmé que estaría, porque tuve que salir de la ciudad desde hace dos días". Crazo error, porque a partir de ahí mis sentimientos ya no cuentan, mis razones y motivos deben supeditarse al hondo dolor que le causé a esa hermana mía que se quedó esperando y que canceló compromisos de picnics en la Toscana con múltiples amistades además, claro, de una ida dominical al cine. Ningún "lo siento", "perdóname", "tienes razón, no debió ser así" es suficiente, tampoco asumir la responsabilidad y subir por voluntad propia al patíbulo con la cabeza gacha. La ira de la ofendida es grande y poderosa, y descarga sus ráfagas sobre mí hasta que, pendeja como soy, no aguanto más y tengo la osadía de alzar la cabeza, de responder, de hacer oír mi voz a gritos. Hasta ahí llegó todo. Rompí la regla. No me sometí. No antepuse la "armonía familiar" a mi soberbia. Entonces es la culpa la que me golpea, se me sube al pecho y ahí sigue hasta este momento, susurrándome "eres mala, ahora tu mamá va a sufrir, tu hermana nunca te perdonará y todos van a pensar que eres una revoltosa... una mala persona".

jueves, 26 de mayo de 2011

Dejar ir

Hoy es un buen día para dejar ir. Soltar todo lo que te ancla y no te hace realmente feliz.

Hoy es un buen día para aceptar que las cosas en este mundo no son lo que parecen.

Hoy es un buen día para alegrarte por los que han trascendido a la eternindad.

Hoy es un buen día para decir ¡ADIOS!

¡Hasta pronto José Luis! Gracias por todo lo que me diste, gracias por enseñarme y por cuidarme, gracias por compartir tu experiencia, por compartir tus ideales, por ser tú y por dejarnos alimentarnos de ti.

Con amor:
Anabell

25 de mayo de 2011.

martes, 10 de mayo de 2011

Mamá...


Esta es la primera vez que no puedo decirte: "¡Feliz día de las madres!" y ver tu carita sonriente. Esta es la primera vez que no puedo darte un abrazo, y antes de que el día llegara, pensé en lo difícil que sería que no estuvieras aquí.

Pero como siempre, Dios ha sido más bueno conmigo de lo que merezco porque hoy no te he tenido tan solo por unas horas, hemos estado juntas todo el tiempo.

Seguramente tu corazón se llenó de gozo al escuchar a tu nieto cantar y tocar para ti, para mí y para todas las mamás del mundo.

Sin duda dar el paso a la eternidad tiene recompensas enormes porque estoy segura que lo disfrutaste en toda su magnitud.

Hoy tienes a tu mami contigo y sé que al mismo tiempo estás aquí. ¿Qué más le podemos pedir a la eternidad?

¡Gracias por todos tus años conmigo! ¡Gracias por tus esfuerzos, sacrificios, lágrimas y risas! ¡Gracias por tus sueños y cuidados!

¡Gracias por venir a este mundo a ser mi mamá!

Te amo con todo mi corazón.
Anabell

sábado, 7 de mayo de 2011

Pide...


Durante gran parte de mi vida he pensado que el recibir está estrechamente ligado al merecimiento.

No sé a ciencia cierta por qué es que he pensado de este modo, si desde el principio de los tiempos, la vida me ha mostrado una y otra vez que no es así.

El caso es que para bien o para mal, siempre me he regido por esta creencia y si he deseado algo, primero he tenido que hacerme merecedora para poder tenerlo.

¿Y quién califica que soy o no merecedora de algo? Podría decir que depende de lo que quiera o de la circunstancia. En mi infancia, mis padres eran los que decían si podía o no, tener esto o aquello. ¿Te has portado bien? ¿Crees que lo mereces?

Cuando empecé a ganarme los pesos, la que determinó eso fui yo misma pero más que por merecimiento, lo hacía por el tamaño de mi deseo comparado con el tamaño de mi bolsillo en el momento.

Muchas otras cosas podrían ejemplificar el merecimiento de esto o aquello, no nada más de lo material, sino de aquello que podría dejarte una buena huella en la vida. Una buena relación sentimental, con la familia, buenos amigos, buen trabajo, desarrollo profesional y personal.

Mi vida ha sido privilegiada. Siempre he tenido pan para llevarme a la boca, vestido, techo, educación, padres, familia, amigos, trabajo, viajes, las cosas materiales que más me interesan como mi ipod (o lo que sea que me permita escuchar mi música cuando quiera, alguna vez fue un radio de transistores, luego fue un walkman, un diskman, un reproductor mp3 y mañana no sé a ciencia cierta qué será), mi coche, mi computadora, mi celular), he tenido buenas experiencias y experiencias que me han llevado a ser mejor persona cuando he aprendido algo de ellas. Nunca he vivido la violencia, cuando he estado enferma, siempre ha habido medios, personas y medicamentos para que pueda recuperar la salud.

¿Qué es entonces lo que me ha hecho falta?

Creo firmemente que lo que me ha hecho falta es mirar más allá del punto negro sobre la hoja blanca.

La vida siempre ha estado llena de detalles que podemos calificar como: negativos, malos, desagradables, frustrantes, tristes y demás. ¿Por qué son estos más importantes que aquellos que son: positivos, buenos, agradables, placenteros, alegres y demás?

Y voy más allá. ¿Por qué darle a todas las experiencias de la vida un calificativo con carga, cualquiera que esta sea, positiva o negativa?

¿Acaso soy feliz sólo cuando estoy alegre o cómodo o en paz? ¡Con razón siempre siento que hace falta algo! ¡Me hace falta entender que soy feliz a pesar de mi humor, a pesar de lo que no tengo y de lo que creo que me hace falta!

Y es que en realidad no hace falta nada. Basta que miremos alrededor para que nos demos cuenta de esta gran verdad.

Podemos decir que falta amor y por eso hay tanta violencia, podemos decir que falta caridad y por eso hay tanta gente muriendo de hambre...

Pero también podemos decir que si mis ojos ven sólo esto, yo tengo la capacidad de generar aquello que parece no existir llámese: amor, caridad, abundancia, perdón, comprensión, tolerancia, salud.

Pide y se te dará... pero no pidas que el mundo ame para que se termine la guerra; pide amar para que la acción expansiva de tu amor haga que lo que te rodea sea mejor.

Desde siempre he pedido, pero nunca antes como ahora, me ha sido tan palpable la verdad de que todo cuanto he pedido, me ha sido dado.

Y el chiste no es si merezco lo que pido o no, tampoco si lo he pedido por las razones correctas o por lo que me conviene. El chiste radica solamente en pedir aquello que vaya de la mano con lo que Dios quiere para el mundo por amor.

En resumen, hay que pensar como piensa Dios, no como piensan los hombres.