jueves, 3 de enero de 2013

La Teoría de la Felicidad

Existen en el mundo millones de teorías, algunas son muy fáciles de entender y otras no tanto, pero a final de cuentas lo que hace la diferencia es el interés que le pongas a cada teoría.

Yo siempre he sido muy buena con la teoría. Me gustan los conceptos y me encanta la sensación maravillosa  de piel de gallina cuando me cae el veinte de alguno de ellos, sobre todo, de aquellos que no entendí a la primera.

Lo que debo admitir que me cuesta un poco de trabajo es la práctica. Roma no se hizo en un día y yo no sé de dónde saqué la idea de que si ya sabes la teoría y cuentas con las capacidades físicas y mentales para poner en práctica lo que has aprendido, tienes la vida resuelta.

Entiendo que este mundo es de presencia y ausencia.

Que el mal o el odio es en realidad el nombre que le damos a la falta de amor, así como llamamos frío a la falta de calor u oscuridad a la falta de luz.

Me queda claro que Dios, el Creador, el Origen o como sea que se le quiera llamar, permanece en un estado constante de felicidad y de aprecio.

Me queda claro que yo tengo esa misma capacidad en proporción a mi condición humana.

También me queda claro que yo decido en qué dirección me muevo en esa escala entre la ausencia y la presencia. 

¡Diablos! Me siento como aquel hombre que ante la inundación le llegaron diferentes personas con diferentes medios a rescatarlo y a todos les dijo: "¡No gracias! Dios va a venir a salvarme". Y cuando Dios lo recibió en el cielo (después de muerto) y le preguntó: "¿Por qué no me salvaste?", el Señor le contestó: "¿Por qué no aceptaste la ayuda de toda la gente que te mandé?".

Es absurdo que lo diga pero a veces me gustaría que mejor Dios viniera a vivir mi vida... al menos Él sabría qué hacer con ella en cada momento.

Sí, también sé que la vida no se trata de eso. Que el estado de perfección de Dios es una cosa y nosotros somos otra; que los conceptos son los que en realidad nos tienen separados y que no es tan complicado vivir en estrecha comunión con Él; que no es necesario que hagas tu transición para que sientas y vibres en esa dimensión de éxtasis eterno, con esas ganas de crear, con esas ganas de amar.


¡Oh sí! La teoría dice que la felicidad no es una meta, sino el camino. Que el gozo viene dentro de uno mismo, que la dicha está en el viaje y que todo lo que quiero en la vida lo quiero porque creo que en el tenerlo me sentiré feliz. En resumen, lo único que quiero es sentirme feliz.


También sé que aunque sé la teoría, si hoy fuera capaz de llegar al punto final de la felicidad total, (por obvias razones) no me quedaría nada más por ser ni hacer.

Un abrazo con aprecio.

¡Feliz 2013!