Con el tiempo contado vengo a dejar esta entrada porque no quise dejar pasar el momento para expresar, aunque sea de manera resumida, lo que siento al cerrar el 2010.
El 2010 fue un año extraordinario y creo que nunca lo olvidaré mientras viva.
Hoy más que antes, sé que Dios me ama y que debe amarme mucho porque me ha dado tanto sin yo merecerlo.
Escuché su voz y me dejé conducir por sus caminos.
Lo único que le pido es que no me suelte la mano y sobre todo que no me deje estorbarle en el cumplimiento de su voluntad.
Hoy que muchas vendas han caído, me doy cuenta cuan libre soy y cuan esclava fui de mis miedos, rencores y desconfianzas.
Procuraré ya no dolerme por lo que no valga la pena y cuidaré eso que aunque por momentos pueda doler, sí sirve para crecer.
Valoraré cada momento como si fuera el último y me prepararé constantemente para el día en que me llame a cuentas.
En pocas palabras: ¡VIVIRE!
¡FELIZ 2011!
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