martes, 30 de octubre de 2012

In my secret garden




She'll let you in her house
If you come knockin late at night
She'll let you in her mouth
If the words you say are right
If you pay the price
She'll let you deep inside
But there's a secret garden she hides

She'll let you in her car
To go drivin round
She'll let you into the parts of herself
That'll bring you down
She'll let you in her heart
If you got a hammer and a vise
But into her secret garden, don't think twice

You've gone a million miles
How far you get
To that place where you can't remember
And you can't forget

She'll lead you down a path
There'll be tenderness in the air
She'll let you come just far enough
So you know she's really there
She'll look at you and smile
And her eyes will say
She's got a secret garden
Where everything you want
Where everything you need
Will always stay
A million miles away

lunes, 29 de octubre de 2012

Sin razón III

Entrar y salir de un sueño al ritmo de Alina de Arvo Pärt.
Soñar que el sueño es sueño y no pesadilla.
Desear que los nudos en la garganta
y el estómago
y el corazón
y la fe
se deshagan al despertar.
Anhelar que la vigilia diga entre susurros que no es verdad, que el sueño mentía, que sólo hacía una broma de pésimo gusto.
Querer que la voz rastrera en el teléfono se convierta en canto de pájaros, en susurro de árboles a mitad del bosque.
Rogar a los cielos, al universo, al Dios Todopoderoso que la sangre de aquel de dónde vengo no se derrame, que su carne no se mancille, que su espíritu no se doblegue.
Soportar con alma estóica la pesadumbre de la decepción, del abandono de dos de los que debían ser pilares y se convirtieron en la más dolorosa soledad.
Contener el agua dentro de los ojos, luchar por no permitir ni una grieta más, sellar las existentes con tierra, sangre y saliva.
Limpiar el lodo que todo lo cubre.
Mantener a raya la ansiedad
y el miedo
y el temblor de manos y piernas.
Mentir.
Decir que todo está bien
y sonreír.
Necesitar que Pahuatlán sea de nuevo un lindo recuerdo de infancia, una reminiscencia de cuentos y novelas entrañables.
Pero, sobre todo
olvidar
recuperar
perder el miedo a soñar de nuevo.

jueves, 25 de octubre de 2012

Los días que te cambian la vida

Los días que cambian la vida
suceden
te llegan de madrazo y te revuelcan
te ponen el cerebro en las entrañas
y te suben las tripas a la garganta.
Los días que cambian la vida 
no te avisan
no hacen cita ni llenan tu agenda
no llaman para anticiparte la bofetada de su visita
llegan así nomás
a volverte loco
a sacarte las lágrimas y el vómito
te saludan con la punta de su revólver en tu sien.
Los días que cambian la vida 
te transforman
hoy eres una persona normal
mañana un despojo
un ser que busca fuerza hasta para mantenerse en pie
una cucaracha que se tambalea entre charcos de insecticida.
Los días que te cambian la vida
te llenan de la mierda del mundo
te dejan vulnerable
te sumen en el deseo enfermo de hacerte daño
de fumar hasta morir
de morirte
hoy
y también mañana.

Oveja negra

Lejos. Fuera. Aparte. Sola.
Soy especialista. Básicamente lo mío es el aislamiento. La luna de día. La nube gris en el cielo limpio. La ola en la caleta. Recurrente manía de sentimientos poco constructivos, nada favorables. Perfecta anfitriona de la duda eterna de mi pertenencia. Nunca se es demasiado buena, suficientemente interesante. Soy la perdedora recurrente de batallas pequeñas o grandes. La que siempre se queda esperando, la que suelta la última lágrima, la que ahoga los gritos en palabras para nunca hacer daño al otro, la que encuentra consuelo en los puentes peatonales y en el aroma de los pinos.
Lejos. Fuera. Aparte. Sola.
Llovizna entre tempestades. Loca que sonríe cuando no se supone correcto. Maga fracasada que no sabe la alquimia para convertir en dinero todo lo que toca. Oveja negra. Hija no pródiga.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Sin razón II

Habían pasado muchos meses y seguía extrañándote. Seguía pendiente en mis entrañas de tus risas lejanas y ajenas, de tus manos de dedos cortos, de la forma en que depositas la ceniza del cigarro consumido en el cenicero lleno. Seguía buscando girones de tu voz en la red de mis recuerdos, en mis ojos. Llegó la desgracia a mi vida, a pintarla de tragedia, llegaron las horas de angustia, los golpes del miedo se incrustaron en mi abdomen, la maldad me alcanzó, me sometió. Me convertí en rehén de la ambición de los inescrupulosos, otra voz tomó el protagonismo en mi vida por tres largos días, una voz con sombrero y jeans sucios, una voz con botines, diente de casquillo de oro y revólver en el cinto. Mis manos temblaron, mis ojos se inflamaron, mi corazón se quemó. Seguían pasando las horas y en algún punto del túnel apareciste de nuevo, apareció tu risa corta y grave. Imaginé entonces la sonrisa que se esboza en tus labios cuando esa risa corta y grave sale de ellos, y no pude si no sonreír también. Habrán de pasar muchos meses, todos los del mundo, todos los de mi vida sin tus ojos en los míos. Seguiré extrañándote. Volveré a escribirlo una y mil veces, volveré a buscar los mendrugos de tu voz en los botes de basura sin encontrar nunca uno que diga mi nombre. Habré de vivir de la mano con la eterna presencia de tu ausencia. Habré de conformarme con los acordes de la vieja canción que será el único y delgado hilo que nos una hasta el último día.

martes, 9 de octubre de 2012

Priceless

Que uno de tus escritores favoritos te invite un café, no tiene precio. Faltan varios meses pero el compromiso está hecho y no puedo estar más eufórica.

lunes, 8 de octubre de 2012

Aprendiendo a mirarme

A lo largo de mi vida me he quedado con ganas de un montón de cosas porque siempre pensé que no las merecía, que no merecía siquiera intentar lograrlas o tenerlas. De un tiempo para acá he decidido comenzar a darme esas oportunidades, de una a una, sin prisas, esperando el momento correcto para disfrutarlo de la forma más intensa. Después de todo se supone que apenas estoy a la mitad de mis días.
Así las cosas, hace un par de semanas me puse en contacto con una fotógrafa cuyo trabajo me pareció interesante y la contraté para que me hiciera una sesión. Necesitaba mirarme a través de otros ojos, verme reflejada en el espejo del objetivo de una cámara, entender sin sesgos mi fealdad o mi belleza, interpretarla yo misma pero desde una ventana ajena.
Me animé y en el proceso se me revelaron ciertas cosas interesantes. Contrario a lo que siempre creí, me gusta la cámara, disfruté enormemente el momento de sentirme observada y fotografiada, las barreras de la falsa modestia se me cayeron y dejé salir esa mujer que no pensé que me habitara. La fotógrafa logro tomas hermosas que me dejaron en claro lo que poseo y lo que no. Descubrí que mi mirada puede ser dulce, muy; pero también, en circunstancias adecuadas, dura, incitante y, hasta cierto punto, provocadora. Descubrí que la arruga de mi entrecejo no es tan terrible y que puedo vivir con ella sin problemas, que la lozanía no se ha ido del todo y que las arrugas que me adornan el rostro son eso, adornos que la vida me ha ido regalando con el paso de cada día y cada experiencia. Descubrí un rostro común cuya belleza no es exterior sino que proviene de la esencia interna que poseo. Por primera vez fui capaz de verme así, de entenderme, de apreciarme.
Siempre he creído que la fotografía es una especie de magia. Hoy estoy más segura que nunca de ello.
¡Gracias, Zaba!

viernes, 28 de septiembre de 2012

Un mexicano en McLaren

Comencé a ver la F1 por allá del 85-86. Cuando corrían para McLaren: Niki Lauda, Alain Prost y Keke Rosberg (papá de Nico Rosberg, piloto de Mercedes). Desde entonces, McLaren ha sido mi equipo favorito y he admirado el talento de sus pilotos. Tal vez Alain Prost no sea el mejor ni el más destacado piloto de la historia de la F1, pero fue él quien hizo que me enamorara de este deporte con su técnica y manejo impecable.
Si en aquellos años me hubieran dicho que algún día habría un piloto mexicano (y además tapatío) en un asiento de McLaren, probablemente no lo hubiera creído o hubiera vivido desde entonces con esa ilusión.
Sergio Pérez debutó en F1 en 2011 y sinceramente no pensé que llegaría a destacar porque el ambiente y lo competitivo de la categoría no se lo permitirían. Pensé que le iría como a Juan Pablo Montoya y hoy me muero de gusto de ser testigo del éxito que ha tenido Checo, gracias a su gran talento.
Para el futuro cercano espero dos cosas: Un campeonato del mundo en manos de un piloto mexicano y otro extraordinario piloto mexicano brillando en la máxima categoría. Esteban Gutiérrez, te esperamos ansiosos en la F1.
Un abrazo lleno de aprecio.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Recorriendo otras habitaciones

Pocas cosas he permitido que tengan gran impacto en mi vida y por lo tanto, poco permito que se conviertan en algo trascendente. Acabo de aprender que eso ha sido así porque desde muy temprana edad aprendí a vivir en la habitación de mi mente, mucho más que en la de mi cuerpo y que en la del corazón (visto como el representante de los sentimientos).

Y es que tuve muchos maestros de los que aprendí que la razón siempre debe estar por encima del sentimiento porque si no, no eres capaz de equilibrar tu vida y todo en torno tuyo se convierte en un drama que no tiene necesidad de ser vivido. En esta vida primero lo práctico y lo funcional.

Yo compré todos estos argumentos porque tenían sentido, y aún lo tienen. Era mejor echarle coco que corazón, a un sin fin de situaciones y de relaciones.

Vivir en la mente ha sido maravilloso porque he aprendido muchas cosas, pero como decía el buen San Pablo: "Sin amor,  no soy nada". He vivido meditando lo que sólo se puede sentir, no razonar.

Hoy empiezo un glorioso recorrido entre las diferentes habitaciones de mi yo. Atravesaré el miedo a encontrar hojas secas, polvo, desorden, poca luz y colores tristes; admiraré la belleza de aquello que me encuentre y miraré con aprecio todo lo que lo compone. Después de todo, estas cosas son parte del vivir.

Un abrazo con aprecio.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Ser

Sin justificación
Sin explicación
Sin color, peso ni forma
Sin aroma, sin dimensión
Ser...

viernes, 31 de agosto de 2012

Hermana Luna

Imposible mirarla sin mirarte. Sin oírte. Sin recordar tu espalda recargada en la pared y tu pie derecho moviéndose inquieto arriba y abajo. Imposible mirarla sin echar a andar la maquinaria del mariposeo estomacal y buscar en las cuatrocientos cincuenta y seis noches de mis lunas llenas las poquísimas compartidas, reales o ficticias, tal vez imponentes e importantes por escasas.
Imposible mirarla sin imaginar quién más la mira, quien más sueña despierto y suspira y canta y llora poseído por su brillo. ¿Cuántos habremos estado la noche de anoche bajo su embrujo? ¿Cuántos amores se hicieron y deshicieron con ella como testigo? ¿Cuántos se quedaron inconfesos?
Imposible mirarla sin sentir el susurro de su voz blanca cantándote su belleza, su inmensidad, su poderío.
Cuántos poetas, cuántas notas, cuántas letras en su nombre, a su nombre. Cuántos sueños desde y hacia ella. Cuántos amándola en silencio.
Cuántos escondiéndose en sus sombras azules. Cuántos se volverían locos sin ella...


miércoles, 29 de agosto de 2012

De noche

De noche descubro. Me descubro. Entre oscuridades me veo. O no. Palpo. Tiendo puentes. Mis puentes. Los míos. Los que me conectan con la cordura o con la crudeza de algunas realidades. Los que me ponen al alcance de mis renuncias para que pueda ir o venir desde y hacia ellas.
De noche descubro el hilo negro. Lo enredo. Lo enhebro. Me coso con él las heridas abiertas desde el primero de mis días. Me zurzo la ausencia presencial de mi madre, las tristezas y agonías de mi adolescencia. Me bordo adornitos sobre el vientre.
De noche sueño. Me sueño. Me miro hacia adentro. Urgo. Busco en mis entrañas lo que soy y nunca he sabido. Me invento los amores que no me amaron, las cosas que quise y no tuve, los besos que no sucedieron.
De noche sale la luna. Sale y entra. Entra y sale. Brilla y se oculta. Baila. Bailamos.

lunes, 6 de agosto de 2012

Viajar ligero

Vivir muchos años aferrado a algo/alguien hace que se vuelva pesada la existencia, que se vuelva denso el aire y espesa hasta la propia luz. Sin embargo, soltar tampoco es sencillo. Pasado el momento de descubrir los costales llenos de inútiles cargas, llega el de deshacerse de ellos, cosa bastante compleja. Uno se acostumbra a su peso, a arrastrar los pies, a sentir que el esfuerzo es sofocante. ¿Será parte de la misma miseria del alma, de la misma incapacidad de auto apreciarse como un ser valioso?
Viajar ligero es un arte que aún no aprendo a dominar a pesar de mis intentos. Suelto y trato de asir de nueva cuenta, tal vez no al mismo sentimiento o a la misma persona, tal vez no de inmediato, tal vez con flores y no con mierda, quizá con justificaciones y no con culpas; pero a final del día si el costal va ligero me siento vacía, y empiezo a extrañar. Y extraño.

viernes, 3 de agosto de 2012

La edad del aprecio...

Dicen que los terribles dos desaparecen en el minuto en el que el niño cumple tres y creo que es muy cierto. Al menos a mí me tocó vivirlo con mis hijos, aunque debo decir que en realidad no fueron tan terribles porque los dos siempre han sido muy tranquilos y en general de buen carácter.
Yo acabo de cumplir cuarenta y aunque el cambio no se dio de un día para otro, sí puedo decir que he entrado a la edad del aprecio.

Aprecio mi vida porque ha sido privilegiada. Nací en una buena familia y fui educada por dos buenas personas que hicieron todo cuanto estuvo en sus manos por hacerme una persona de bien.  No conocí el hambre y tampoco viví el miedo de no tener un techo que me cobijara.  Si bien, para una niña o jovencita nunca es suficiente, puedo decir que en realidad nada me faltó. Mis padres me quisieron y siempre me trataron con amor y sobre todo con respeto.

Tuve con ellos muchas diferencias, no lo niego, pero agradezco que mi temor de la infancia de quedarme sin padres nunca se hiciera realidad.

Aceptar la transición de mi madre no fue fácil y puedo decir sin temor a equivocarme que ésa fue una de las épocas más difíciles y dolorosas de mi vida, pero aquí estoy, entendiendo que esto es parte de la vida, que eventualmente todos iremos por el mismo camino y que tal vez todavía tenga que vivir la transición de mi padre y la de otros seres amados.

¿Por qué considero mis cuarenta la edad del aprecio?

Porque aunque pasé mis treinta sintiéndome afortunada por tener la vida que tenía, me queda claro que no supe que apreciarme a mí misma, era parte importante del proceso y que eso era lo que me faltaba para sentirme realmente plena.

Crecí con la creencia de que por ser hija única, en mi naturaleza estaba intrínseco el gen egoísta y que eso me hacía, si no una mala persona, una no muy buena, una no muy digna del aire que respira.

Hace diez años aprendí a apreciar mi vida con todas sus altas y sus bajas y hoy también aprecio las decisiones, benéficas o perjudiciales, que he tomado a lo largo del camino, entendiendo que he hecho lo mejor que he podido y con la mejor de las intenciones, porque aunque a veces sienta muchas ganas de hacerle daño a alguien por alguna razón, nunca en la vida me he atrevido a pasar del sentimiento momentáneo o no tan momentáneo, a la acción de hacer daño. Hoy me acepto como soy y estoy en el proceso de no competir con nadie en ningún sentido. Estoy soltando la necesidad de tener la razón y me estoy moviendo en función de lo que quiero, de lo que creo que es correcto para mí y no en función de si a los demás les gustará o no, si me apreciarán o no, o si me aprobarán o no. Antes de ver el punto negro en la hoja blanca, ahora agradezco la blancura del lienzo donde puedo pintar con los colores que yo quiera y aprecio que el punto negro exista porque seguramente a partir de ahí, trazaré una línea que me ayudará a complementar mi obra de arte. No soy mejor ni peor que otros, simplemente soy diferente y está bien que así sea. Camino por el sendero en donde antes de criticar por qué el paisaje es como es, primero pienso que debe tener una buena razón, aunque no me guste.  En pocas palabras, le he dado rienda suelta a mi gen egoísta y no me siento ni mal ni culpable por ello porque he entendido que para dar lo mejor de mí, primero tiene que pasar todo lo anterior.

No puedo decir que ahora todo lo veo con ojos que nada más miran las bendiciones a mi alrededor, pero sí puedo seguir diciendo que me siento afortunada de llegar a los años que tengo, con la experiencia y sobre todo con los principios y valores que supe traerme de casa de mis papás.

Tengo cuarenta años y creo que ya voy entendiendo de qué se trata mi vida y la importancia que tiene estar en el aquí y en el ahora, apreciando la maravillosa experiencia de ver el mundo con estos ojos.

Hoy, después de cuatro décadas, empiezo a sentirme libre y me gusta.

Gracias por leer.
Un abrazo con aprecio:
Anabell

sábado, 21 de julio de 2012

En mi vida...

Hay un par de versos en la canción que escribieran John Lennon y Paul Mc'Cartney titulada "In my life" que rezan algo así: 

"Hay lugares que recordaré
Toda mi vida, aunque algunos hayan cambiado.
Algunos para siempre no para bien,
Algunos han pasado y algunos permanecen.

Todos estos lugares tienen sus momentos,
Con amores y amigos, que sigo recordando.
Algunos están muertos y algunos viven.
En mi vida, los he amado a todos."

En este momento estoy de camino a un lugar de esos que recuerdo y que recordaré toda mi vida. ¿Habrá cambiado? Seguramente sí. ¿Para bien? Sólo Dios sabe...

Y sí... ese lugar tuvo muchos momentos con amores y amigos que sin duda sigo recordando.

Algunos de ellos, como mi madre, han pasado de este mundo, pero todavía quedan algunos otros que por lo menos aparentan estar vivos.

Lo importante es que en mi vida... los he amado a todos.

Un abrazo con aprecio.

viernes, 13 de julio de 2012

En un mundo de percepciones

Hará cosa de un año recibí una de las críticas a mi persona que consideré más injustas.  La recibí sintiendo que un tren me había pasado por encima porque no lo vi venir y porque si algo he cuidado en la vida es mi conducta y siempre procuro comportarme a la altura y cuando no es así, generalmente soy yo misma la primera en sentirme mal por mi proceder.
Fue una época de muchos cuestionamientos y deseos de pelear por defender mi “buen nombre”, de aquellas personas que tan injustamente me trataron (según mi parecer), pero entre tener la razón y vivir en paz, opté por vivir en paz poniendo algo de distancia de por medio.

Hace unos días recibí una crítica, que igualmente pudo considerarse injusta, pero ésta tuvo un matiz diferente porque la persona que me la dijo, también expresó que lo que pensaba era producto de su percepción.

Cuando me explicó su punto de vista, lejos de sentirme mal me di cuenta de que en cierto sentido tenía razón porque así es como se veían las cosas desde donde él estaba.

Hay una historia de una pareja que a pesar de haber tenido malas experiencias con un hotel determinado, se hospedaron en él de nueva cuenta, ignoro si fue porque no había otras opciones disponibles o si lo hicieron en la espera de la reivindicación del lugar.

El caso fue que cuando se encontraron en la puerta de su habitación, las llaves electrónicas no funcionaban. Ninguna de las dos que les dieron. Al principio pensaron que tal vez que las habían puesto junto al celular y por eso se había desprogramado la banda magnética pero no fue así. Llamaron a la recepción pidiendo que alguien subiera a ayudarlos porque para acabarla de amolar, la dama necesitaba con urgencia hacer uso del baño. El tiempo pasó y nadie llegó a auxiliarlos, razón por la cual volvieron a hablar a la recepción y les dijeron que la persona ya había subido pero que no los encontró fuera de su puerta.

-Pero si estamos aquí y no nos hemos movido- fue lo que alegaron hasta que unos minutos más tarde, vieron venir a alguien por el pasillo.

-¿Por qué no funcionan las llaves?- fue el primer reclamo -. Necesito entrar con urgencia, por favor apresúrese a abrir la puerta- instó la señora.

-Con mucho gusto señora- respondió el botones- por favor acompáñenme- solicitó con amabilidad.

-¿A dónde?

-A su habitación, dos pisos arriba.

Puede ser que al momento de emitir juicios saltamos muy rápido a las conclusiones y generalmente las mismas se construyen con el material que se tiene a mano y que suele ser producto más de una percepción que de una realidad.

¿Será posible emitir juicios justos basados en realidades absolutas?

Ahora que miro atrás, las dos críticas que recibí fueron producto de una percepción pero yo tomé la primera como un ataque personal e injusto hacía mi persona.

¿Cuántas veces he hecho lo mismo con otras personas? Seguramente miles de veces… muy a mi pesar.

¿Y qué hay de los halagos?

Bueno, el halago es la cara opuesta de la crítica. El halago es el reconocimiento por lo que se hace bien.

Del mismo modo que las críticas, los halagos son los juicios emitidos en aprobación de un comportamiento determinado y por ello también se construyen de percepciones.

Vivir tratando de evitar los primeros y buscar los segundos es una tarea muy desgastante porque mientras unos no los ves venir antes de que se te estrellen en la cara, a veces los otros tardan mucho o de plano nunca llegan, por más que estires la mirada en el horizonte.

Los primeros te deprimen y te hacen dudar de tu bondad, de tus habilidades y hasta de si mereces vivir en este mundo, mientras que los segundos te llenan de vida, te dan ánimo para seguir el camino y generalmente te impulsan a buscar nuevos horizontes.

He tratado de no dejar que me afecten los primeros y también he procurado que los segundos no me despeguen los pies del suelo, pero no ha sido fácil y la mayor parte de las veces no lo he logrado… aunque esta última vez sí pude manejar mucho mejor la crítica, apartándola de un ataque personal y tomando su contenido como una muestra de las señales que estoy enviando y que tal vez no me conviene enviar. Mucho de esto tuvo que ver más con el hecho de que la persona que me la dio me dijo que era una percepción… no siempre será así, no siempre las personas me harán saber que su crítica o su halago proviene simple y sencillamente de su propia percepción de la vida; algo que puedo tomar con objetividad  para darme cuenta de que probablemente esa percepción no tiene mucho que ver conmigo.

Un abrazo con aprecio:
Anabell

miércoles, 11 de julio de 2012

Desde la muerte

Creo que el momento más terrible después de la muerte de un ser amado es retomar la vida diaria sin esa persona.

Cada vez que estoy en un funeral, veo al viudo o viuda y se me parte el corazón al pensar en lo que será para él o ella llegar a su habitación, a esa que compartió equis años con su pareja y donde se dieron los momentos más íntimos y personales de la vida que se acaba de terminar.

El dolor y la soledad deben pesar mucho en esa primera noche amarga.

A veces me pregunto cómo sería para mí el tener que vivir todo eso y cuando la cosa se torna más oscura y profunda, opto por pensar que yo me iré primero que él.

¿Me gustaría que él tuviera que vivir todo eso? ¡No! Por gusto no... pero sé que él sabría manejarlo... incluso sé que le tomaría menos tiempo que a mí,  recuperarse y aceptar su nueva condición hasta el día en que también entre en el rincón de los graduados.

Tengo un boleto y de pronto no sé qué tan proximamente pudiera hacer uso de él. No, no es que tenga pensamientos ni intenciones suicidas, simplemente hablo del boleto que me dieron el día que nací... el mismo boleto que les han dado a todos los seres vivos desde que este mundo es mundo y que eventualmente todos, queriéndolo o no, terminamos por usarlo.

Y bueno, no es que tenga miedo de morir... al menos no por mí. Lo que me da miedo de morir es saber que va a ser triste para mis amados y que no estaré en posibilidades de confortarlos.

No he conocido a alguien que al día de hoy sea capaz de decir un adiós a algo significativo en la vida sin derramar una lágrima.

Un abrazo con aprecio:
Anabell



domingo, 8 de julio de 2012

Preocuparse...


¿De dónde vienen las preocupaciones?

Tengo un rato dedicando mi vida a quitarme de encima los pesos innecesarios. Un día comencé por viajar ligera, con la firme convicción de que nada que pudiera hacerme falta estaría ausente de mi vida.

Después me fui quitando poco a poco las responsabilidades que no son mías y aquí me encontré con algo muy interesante: ¿cuáles son mis responsabilidades en la vida y cuáles no?

No es fácil determinar de todo aquello que cargamos, qué tanto lo cargamos porque nos corresponde y qué tanto lo traemos porque alguien nos lo dio o porque vimos que otros lo cargaban y era virtuoso hacer lo propio; algunas otras veces lo cargamos porque creemos que si no lo cargamos nosotros mismos, nadie lo hará y será el fin del mundo si alguien no toma responsabilidad de ello. Cargamos porque cargando, justificamos la razón de nuestra existencia… al menos así he justificado la mía.

¿Es necesario que justifique mi existencia? Creo que lo haría sí y solo sí tuviera que pagar un precio por el aire que respiro. ¿De cuánto es la cuota  para que el corazón lata y los otros órganos del cuerpo cumplan con su función?

Si no tengo que pagar cuotas por las cosas más básicas y elementales de mi vida, ¿por qué tengo tantas preocupaciones?

Si lo primordial y más básico de mi vida es gratuito, seguramente mi trabajo en este mundo es conseguirme todo lo demás con sangre, sudor y lágrimas…

Y aquí es donde entran los benditos problemas, las cosas que tengo que resolver, las cosas que me preocupan porque el éxito de mi supervivencia depende del que sepa sortear los obstáculos y encontrar la solución a mis problemas.

Conforme fui quitándome cosas de encima, me di cuenta que la vida es mucho más simple si dejo deliberadamente que las cosas fluyan en lugar de hacer que sucedan.

Y es que la vida es acción, pero acción adecuada, en el momento preciso y en el lugar indicado.

¿Se preocupa un átomo por unirse a otros de su clase o similares porque si no lo hace, algo dejará de existir o se construirá con un defecto?
 
No es necesario que abarque todo el mundo, ni tampoco es necesario que lo sepa todo. Si este mundo está lleno de diversidad… ¿Por qué habría de preocuparme por lo que pasa o por lo que pudiera no pasar?

Un abrazo con aprecio:
Anabell

lunes, 2 de julio de 2012

Sinrazón I

Tardes de lluvia
sueños mojados
tiempo
saudades.
Hijos que van y vienen
que crecen,
miedo amenazante
cercano y lontano.
Vidas que crecen
en vientres queridos,
sueños que se han ido
años que sueño
y extraño.
Madres que envejecen
yo, de antemano
hijo adolescente
hija de jazmines
y duraznos.


miércoles, 30 de mayo de 2012

Premios Liebster Blog

Con la bonita sorpresa que nuestra amiga Raelana Dsagan, escritora española y autora en el blog Escrito en Agua, nos ha otorgado el premio Liebster Blog.

¿De qué se trata Liebster Blog?

Son una iniciativa destinada a promocionar pequeños blogs, en cuanto al número de visitas se refiere, a través de una cadena de premios simbólicos que los propios bloggers otorgan. Es decir, cada blogger que recibe el premio en reconocimiento a su blog debe, a su vez, otorgar u nombramiento igual a otros cinco blogs de su elección.

Sólo debe cumplir unas simples normas:

1. Copiar y pegar el premio en el blog enlazándolo con el blogger que te lo ha otorgado.

2. Premiar a tus cinco blogs favoritos con la condición de que tengan menos de 200 seguidores y dejarles un comentario en sus entradas para notificarles que han ganado el premio.

3. Confiar en que continúen la cadena premiando a su vez a sus cinco blogs preferidos.

Aprovechando la ocasión, agradecemos a Raelana que sea seguidora de este blog donde mi tocaya y su servidora, compartimos nuestra forma de ver la vida y las experiencias que mojan la tierra.

Gracias a l@s lectores que nos honran con su compañia en esta maravillosa aventura que ha sido escribir en este blog.

Ahora, a buscar a los blogs para otorgarles el premio. En una futura entrada los verán por aquí.

Un abrazo con aprecio.

lunes, 23 de abril de 2012

Rocío...

Cuando era niña odiaba mi nombre. Las niñas del pueblo se llamaban Juana, María, Enriqueta, Gabriela, Silvia, Rosa, Josefina. Anabel era algo extraño, algo distinto, algo que sonaba como a caricatura, como a Sandybell o algo por el estilo. Anabel no estaba en el calendario de Galván que mi abuelita compraba religiosamente cada enero, en ese librito estaban escritos todos los nombres del santoral; así, cada niño que nacía debía llevar el nombre del santo que se festejaba ese día. Un año sí y otro también lo leía completo con la esperanza de que ocurriera una especie de milagro y de pronto mi nombre apareciera en alguna de sus páginas, otorgándome además de la sensación de que mi nombre no había salido de una caricatura, la bendición de tener "un día de mi santo". Todos tenían uno menos yo.
Mis papás me contaban que antes de decidir ponerme Anabel, les gustaba el nombre de Rocío. Rocío Cerón Cortés, repetía en un cuaderno viejo en el que jugaba a hacer planas (como en la escuela) con ese nombre que se festejaba el once de abril.
Los años me regalaron la reconciliación con mi nombre, no sin una buena dosis de frustración a lo largo del camino, sobre todo en la adolescencia. La adultez me enseñó que tener un nombre poco común no es tan malo como siempre creí, y que muchas más personas en el mundo se llaman Anabel además de mí, como siempre dudé. He tenido la oportunidad de conocer a varias tocayas, mujeres extraordinarias y bellas que llevan nuestro nombre con gran porte y dignidad. Hoy sé que Anabel proviene de Anna y Bella, del hebreo y del latín que fusionados consiguen un hermoso significado "La bella llena de gracia", o algo así.
Curiosamente hoy me volví a encontrar con Rocío, con Rocío Cerón. Con una Rocío Cerón escritora, poeta, artista. Con una Rocío Cerón que hace lo que, tarde descubrí, me habría gustado hacer. Me ha resultado dolorosa la coincidencia. Dice mi hermana Vianey que el universo es sabio, que pone a cada quien en el lugar que le corresponde. Tal vez tenga razón y por eso no me llamé Rocío. Tal vez dos Rocíos escritoras, poetizas y artistas habrían sido demasiadas. Tal vez por eso me llamé Anabel, porque no sería ni una ni la otra ni la otra, ni Rocío ni escritora ni poetiza ni artista.

domingo, 8 de abril de 2012

El camino andado

Vuelvo la mirada hacia atrás, hacia el camino andado. Poco más de un año ha pasado desde que abrí los ojos y me hice consciente de mi propia existencia, de mi sitio en el mundo, de lo que puedo y no cambiar, de los costales de culpa que he cargado desde que di el primer paso de mi andar por esta vida que, a pesar de contar con treinta y ocho años en su haber, comienza apenas a ser mía.
Vuelvo los ojos y miro, los cadáveres de mi ceguera, los restos de mi me-considero-tan-poquita-cosa, la sombre de mi no-digo-lo-que-siento-y-pienso. Miro a mi yo-niña bastante recuperada, "mejorcita" como diría mi abuela materna; sonríe un poco y no puedo hacer menos que devolverle la sonrisa. Miro a mi yo-adolescente y por primera vez no es dolor y vergüenza lo que me acomete, se siente bien ese hálito de auto aprecio que le sale de los ojos, esa nueva mirada que se dirige a sí misma en el espejo que sostiene con su mano derecha. Varias de sus heridas han cerrado, ahora sí, de forma definitiva; otras siguen en proceso, pero ese proceso ha dejado de ser doloroso. Los amores truncos ya no duelen, ni los amigos que no quisieron quedarse.
No puedo hablar de una existencia de pura luz. Quedan sombras. Muchas. Quedan miedos y dolores y reproches y cientos de pequeños mounstros que seguirán al acecho, pero la vida también se compone de eso, y trato de enfrentarlos, he dejado de darles la vuelta. Supongo que es lo que seguiré haciedo cada uno de los días que me quedan. No puedo presumir de un optimismo a ultranza ni de falta de días nublandos. No puedo decir que no hay días en los que grito PORCA MISERIA más de la cuenta. No puedo decir que he aprendido a poner la otra mejilla. Pero sigo en el intento de encontrarme, de soltar lo que me duele, de procurarme una vida en la que la constante sean mis propias decisiones y el asumir las consecuencias, buenas o malas. Sigo en el intento de ejercer ese poder recién descubierto de decidir cómo quiero que me afecte lo que sucede afuera. Sigo aprendiendo.
Vuelvo los ojos de nuevo a mis pasos, hoy venturosamente más confiados.

lunes, 27 de febrero de 2012

Seguir corriendo

Corrí por tantos años
en tantos lugares distintos.
En el bosque.
En la playa.
En el río.
En las calles y avenidas.
En surcos de maizales.
Corrí por tantos sueños sin alcanzar alguno,
sin saber siquiera que soñaba,
sin saber siquiera qué soñaba.
Corrí perseguida por mí misma
con el miedo colgando siempre de mis piernas,
a contratiempo del tiempo,
a contraflujo del viento,
tocando mi rostro con los dedos ciegos.
Corrí en las penumbras de las soledades,
en las humedades de los humedales,
entre laberintos
sin más guía que la de mis pasos
rotos.
Corrí.
Corro.
Sigo corriendo.
Seguiré...
pero hoy es distinto.
Hoy es sólo un pasatiempo
el tiempo.

martes, 7 de febrero de 2012

Para bien o para mal

Cuánto sufrimiento nos ahorraríamos si naciéramos sabiendo que cada persona es la única responsable de sí misma, si dejáramos de pretender saber lo que conviene al otro, lo que necesita, lo que es "mejor para él". Sin embargo no es así. La vida es la que te va enseñando, la que te va acomodando las ideas por el camino mediante métodos poco ortodoxos y, a veces, hasta salvajes. Aun así, la mayoría nos resistimos. Algunos vamos comprendiendo, otros no lo logran jamás y se mueren con la suya. No es sencillo. Me ha tomado casi cuarenta años entenderlo, pero, para variar, mis hijos entraron al quite y en plena adolescencia me enseñan minuto a minuto que no puedo ser la dueña de sus ideas y sueños y temores y metas, que tengo la obligación de respetarlos, de aceptarlos con el paquete completo y complejo que traen dentro, de guardar para mí misma lo que creo que es "lo mejor para alguien". Y es que hay tantas concepciones de "mejor" como personas en el planeta. ¿Cómo podríamos ser el oráculo que otorga sabiduría infinita y, con justicica salomónica, muestra a cada quien ese camino que "se debe seguir"? Imposible. Así que, con todo el trabajo que trae consigo esa decisión de respetar conductas o decisiones que no entiendo ni comparto, hoy asumo mi papel de espectadora, me bajo del púlpito y de la palestra, dejo de ser juez y me vuelvo parte. Porque cada uno de nosotros tiene la obligación de asumir su propia vida, para bien o para mal.

viernes, 3 de febrero de 2012

Debo decirlo

Debo decirlo. Te extraño. Me revienta la necesidad de saberme parte de ti, de tu vida. Me dueles, inevitable realidad. Me punza como daga en el vientre la inconsolable disparidad de tiempos y espacios, los que fueron por su existencia, los que no, por su inmaterialización. Es cíclico y alterno, en las instancias internas, las de mis sueños, y en las de afuera, las del mundo, las que se rigen por leyes newtonianas; y a la vez constante, perenne, interminable. Te extraño. Debo decirlo. Debo gritarlo en silencio, en mi bolsa de pan de estraza.