martes, 1 de febrero de 2011

El tiempo que no alcanza...

Érase una vez un joven administrador que, mientras acompañaba a su patrón y al hijo mayor de éste a la supervisión de la colecta de naranja de sus huertas, le pidió que le diera un aumento de sueldo.

-¿Y por qué quieres un aumento?- preguntó el patrón sin detener o aminorar el paso.
-Verá usted patrón, la vida está muy cara- explicó el trabajador mientras se pasaba una mano por la cabeza en señal de preocupación-. El dinero no me alcanza.

El hombre no sólo no consiguió el aumento que buscaba, sino que fue despedido de su empleo antes de que terminara la jornada de aquel día.

Cuando el patrón y su hijo regresaron a casa, el padre aconsejó muy seriamente a su joven vástago:

-Nunca en tu vida se te ocurra dar como razón para pedir un aumento de sueldo que el dinero no te alcanza. Si el dinero no te alcanza es porque gastas más de lo que tienes, no porque la vida sea más cara.
-¿Y por eso lo despediste papá?- cuestionó el chico con cierta preocupación.
-No en realidad. Lo despedí porque era mi administrador. Si no sabe cuidar su dinero, ¿cómo puedo esperar que cuide el mío?

Aunque esto suene a cuento, fue un hecho real que ocurrió en algún punto del estado de Veracruz en México, hace tal vez cincuenta o sesenta años.

Me lo contó el hijo del patrón y recuerdo que también me dijo: "El rico no es rico porque gane más que los demás. Es rico porque no gasta más de lo que necesita".

El domingo pasado una amiga me preguntó por qué no le hacía caso en un buen rato, que se preguntaba si me había hecho algo que me incomodara a tal grado que sólo prestara atención a otras personas y no a ella.

Primero me sentí muy mal al respecto porque sé lo que es estar en esa circunstancia y es bastante incómodo. Luego me disculpé con ella y le expliqué que mi vida ha estado de cabeza y que lamentablemente el tiempo no ha sido mi mejor aliado.

Después de haberle dicho esto me sentí peor. No que haya mentido porque es absolutamente cierto que mi falta de atención (no sólo a ella, sino a muchas otras personas y situaciones) es directamente proporcional a mi falta de tiempo, pero sí me pasó por la mente que el alegar falta de tiempo suena más a un pretexto que busca justificar mi falta de organización o incluso a una posible falta de interés.

Y es que el tiempo es tal cual como el sueldo del día: no puedes pretender gastar más de lo que tienes porque eso es imposible y no puedes aspirar a tener más porque los días sólo tienen 24 horas y no cuentas con un saldo que puedes aplicar a tu favor al día siguiente como podrías hacer con el recurso material o económico.

Aaaaaah, pero hay un factor clave en esto de la administración del tiempo que se llama cansancio y que una vez que te ha atacado, ni aunque quieras, puedes sacar adelante todo lo que tienes pendiente, incluyendo aquello que es casi vital para la supervivencia diaria.

Están las ocupaciones de la casa y la familia, el trabajo, los compromisos escolares y extraescolares de los hijos, los sociales, los de la familia extendida, los que te toman tiempo extra de tus horas de trabajo, los de la parroquia, las actividades de recreo y los infaltables imponderables que a veces también tienen carácter de urgente.

Podría seguir con esta lista pero la verdad es que no hace falta darle muchas más vueltas para darse cuenta de que en realidad no hay día que alcance para hacerlo todo.

¿Será que queremos abarcar demasiado? o ¿Será que no sabemos dedicarle el tiempo necesario a cada cosa?

Por ejemplo ahora mismo. Llevo más o menos una hora entre que cambié el diseño del blog y empecé a escribir esta entrada que me estuvo dando vueltas en la cabeza todo el día, son las 7:30 de la noche y no he llegado a las conclusiones. ¿Debería dejarlo para otro momento? Sí, tal vez lo más sano sería dejarlo como borrador y retomarlo más tarde pero me cuesta trabajo porque ya estoy encarrilada en esto y me molesta la idea de irme sin terminar.

¿Cuántas cosas en la vida quieres hacer de un jalón y no siempre es posible? ¿Por qué no organizamos y dividimos el tiempo entre todo lo que hay que hacer hasta donde alcances, para que al anochecer no te vayas con el sentimiento de que hiciste demasiado pero no se nota (porque sólo hiciste una cosa que te llevó muchas horas y también te desgastó).

Estoy pensando seriamente que mientras más te apegues a una agenda y respetes los tiempos asignados para cada cosa, tal vez te acerques más al objetivo de aprovechar mejor este recurso invaluable y no renovable al que llamamos TIEMPO.

5 comentarios:

Raelana dijo...

¡Ah! ¡Qué identificada me siento! Y es cierto que el tiempo no alcanza para todo lo que queremos hacer, yo estuve pensandolo mucho a final de año, cuando más agobiada estaba y menos llegaba a todo y decidí dejar algunas cosas, porque llega un momento en que no puedes con todo y al final terminas por no hacer nada.

No sé si es la solución ideal, pero bueno, al menos ahora no estoy tan agobiada.

La lunática dijo...

Cierto, amiga. El tiempo parece ser nunca suficiente.

Anabell dijo...

¡Hooola Rae! Como siempre, un gusto leerte.

Pues mira, tampoco sé si es la solución ideal pero veré si me funciona. Creo que esto es como las medicinas, primero hay que diagnosticar la fuente del problema y luego atacarlo de la manera más efectiva.

Por cierto, sé que tengo entre mis pendientes mandarte el texto del que te hablé pero para variar, no he tenido tiempo. ¡PLOP! Te prometo que pronto le pongo remedio.

¡Mil gracias por todo, eres un SOL!

Pues sí mi querida tocaya, el tiempo nunca es suficiente...

¡Gracias por venir!
Besitos. =D

Raelana dijo...

Cuando quieras, no hay ninguna prisa ;) Yo no sé si ahora aprovecharé más el tiempo, pero al menos estoy más tranquila que hace unos meses, que estaba realmente agobiada.

El mes de enero lo he dedicado a descansar, a leer mucho. Ahora he vuelto a empezar a escribir y a retomar cosas pendientes, pero voy a hacer todo lo posible por no estresarme.

¡Besos a las dos!!

Anabell dijo...

Me da mucho gusto saber amiga que aunque tuviste tiempos de mucho agobio por tantas cosas por hacer, en enero te diste un respiro y descansaste. Recargar la pila es parte importante de la buena administración del tiempo, creo yo.

Me da un gusto enorme verte por acá.

Te mando un abrazote y por ahí nos estaremos viendo. Ya tengo más avanzadas las correcciones de las que te hablé así que ya estoy a menos distancia de poderte mandar el escrito.

¡Gracias por todo!

Besos,