viernes, 13 de julio de 2012

En un mundo de percepciones

Hará cosa de un año recibí una de las críticas a mi persona que consideré más injustas.  La recibí sintiendo que un tren me había pasado por encima porque no lo vi venir y porque si algo he cuidado en la vida es mi conducta y siempre procuro comportarme a la altura y cuando no es así, generalmente soy yo misma la primera en sentirme mal por mi proceder.
Fue una época de muchos cuestionamientos y deseos de pelear por defender mi “buen nombre”, de aquellas personas que tan injustamente me trataron (según mi parecer), pero entre tener la razón y vivir en paz, opté por vivir en paz poniendo algo de distancia de por medio.

Hace unos días recibí una crítica, que igualmente pudo considerarse injusta, pero ésta tuvo un matiz diferente porque la persona que me la dijo, también expresó que lo que pensaba era producto de su percepción.

Cuando me explicó su punto de vista, lejos de sentirme mal me di cuenta de que en cierto sentido tenía razón porque así es como se veían las cosas desde donde él estaba.

Hay una historia de una pareja que a pesar de haber tenido malas experiencias con un hotel determinado, se hospedaron en él de nueva cuenta, ignoro si fue porque no había otras opciones disponibles o si lo hicieron en la espera de la reivindicación del lugar.

El caso fue que cuando se encontraron en la puerta de su habitación, las llaves electrónicas no funcionaban. Ninguna de las dos que les dieron. Al principio pensaron que tal vez que las habían puesto junto al celular y por eso se había desprogramado la banda magnética pero no fue así. Llamaron a la recepción pidiendo que alguien subiera a ayudarlos porque para acabarla de amolar, la dama necesitaba con urgencia hacer uso del baño. El tiempo pasó y nadie llegó a auxiliarlos, razón por la cual volvieron a hablar a la recepción y les dijeron que la persona ya había subido pero que no los encontró fuera de su puerta.

-Pero si estamos aquí y no nos hemos movido- fue lo que alegaron hasta que unos minutos más tarde, vieron venir a alguien por el pasillo.

-¿Por qué no funcionan las llaves?- fue el primer reclamo -. Necesito entrar con urgencia, por favor apresúrese a abrir la puerta- instó la señora.

-Con mucho gusto señora- respondió el botones- por favor acompáñenme- solicitó con amabilidad.

-¿A dónde?

-A su habitación, dos pisos arriba.

Puede ser que al momento de emitir juicios saltamos muy rápido a las conclusiones y generalmente las mismas se construyen con el material que se tiene a mano y que suele ser producto más de una percepción que de una realidad.

¿Será posible emitir juicios justos basados en realidades absolutas?

Ahora que miro atrás, las dos críticas que recibí fueron producto de una percepción pero yo tomé la primera como un ataque personal e injusto hacía mi persona.

¿Cuántas veces he hecho lo mismo con otras personas? Seguramente miles de veces… muy a mi pesar.

¿Y qué hay de los halagos?

Bueno, el halago es la cara opuesta de la crítica. El halago es el reconocimiento por lo que se hace bien.

Del mismo modo que las críticas, los halagos son los juicios emitidos en aprobación de un comportamiento determinado y por ello también se construyen de percepciones.

Vivir tratando de evitar los primeros y buscar los segundos es una tarea muy desgastante porque mientras unos no los ves venir antes de que se te estrellen en la cara, a veces los otros tardan mucho o de plano nunca llegan, por más que estires la mirada en el horizonte.

Los primeros te deprimen y te hacen dudar de tu bondad, de tus habilidades y hasta de si mereces vivir en este mundo, mientras que los segundos te llenan de vida, te dan ánimo para seguir el camino y generalmente te impulsan a buscar nuevos horizontes.

He tratado de no dejar que me afecten los primeros y también he procurado que los segundos no me despeguen los pies del suelo, pero no ha sido fácil y la mayor parte de las veces no lo he logrado… aunque esta última vez sí pude manejar mucho mejor la crítica, apartándola de un ataque personal y tomando su contenido como una muestra de las señales que estoy enviando y que tal vez no me conviene enviar. Mucho de esto tuvo que ver más con el hecho de que la persona que me la dio me dijo que era una percepción… no siempre será así, no siempre las personas me harán saber que su crítica o su halago proviene simple y sencillamente de su propia percepción de la vida; algo que puedo tomar con objetividad  para darme cuenta de que probablemente esa percepción no tiene mucho que ver conmigo.

Un abrazo con aprecio:
Anabell

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