Las flores del amor son aquellas que se niegan a perecer sin antes decirnos que alguien, algunos o muchos, nos recuerda(n) con cariño entrañable y ora(n) por nuestro bienestar.
A lo largo de la vida he sido bendecida con ellas. Su aroma fresco de campo me hace sentir en libertad y su belleza me contagia haciéndome sentir como ellas: aromática y hermosa.
Muchas veces he escuchado que el consumo de flores es estúpido porque más temprano que tarde, ellas mueren; pero yo digo que aunque esto es verdad, también es cierto que mueren en el campo o el invernadero. Tal como todos morimos.
Otras veces he escuchado decir: “No me traigas flores porque todavía no me he muerto”.
Es muy respetable lo que los demás piensen sobre el significado de dar flores, ya sea por amor, por celebrar el nacimiento de un hijo, por mandar buenos deseos de recuperación a un enfermo o accidentado; o por compartir el duelo.
Cualquiera que sea la situación, las flores del amor siempre son bien recibidas.
Yo me siento muy feliz y afortunada de tenerlas en vida.
Cuando las reciba y ya no pueda verlas ni empaparme de su frescura, seguramente se encargarán de decirles a mis deudos, aquellos que en vida me amaron y dieron todo por mí, lo mucho que yo los he amado.
De hoy en adelante seré como las flores del amor. Antes de partir, le diré al mundo cuanto lo amo.
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