sábado, 7 de mayo de 2011

Pide...


Durante gran parte de mi vida he pensado que el recibir está estrechamente ligado al merecimiento.

No sé a ciencia cierta por qué es que he pensado de este modo, si desde el principio de los tiempos, la vida me ha mostrado una y otra vez que no es así.

El caso es que para bien o para mal, siempre me he regido por esta creencia y si he deseado algo, primero he tenido que hacerme merecedora para poder tenerlo.

¿Y quién califica que soy o no merecedora de algo? Podría decir que depende de lo que quiera o de la circunstancia. En mi infancia, mis padres eran los que decían si podía o no, tener esto o aquello. ¿Te has portado bien? ¿Crees que lo mereces?

Cuando empecé a ganarme los pesos, la que determinó eso fui yo misma pero más que por merecimiento, lo hacía por el tamaño de mi deseo comparado con el tamaño de mi bolsillo en el momento.

Muchas otras cosas podrían ejemplificar el merecimiento de esto o aquello, no nada más de lo material, sino de aquello que podría dejarte una buena huella en la vida. Una buena relación sentimental, con la familia, buenos amigos, buen trabajo, desarrollo profesional y personal.

Mi vida ha sido privilegiada. Siempre he tenido pan para llevarme a la boca, vestido, techo, educación, padres, familia, amigos, trabajo, viajes, las cosas materiales que más me interesan como mi ipod (o lo que sea que me permita escuchar mi música cuando quiera, alguna vez fue un radio de transistores, luego fue un walkman, un diskman, un reproductor mp3 y mañana no sé a ciencia cierta qué será), mi coche, mi computadora, mi celular), he tenido buenas experiencias y experiencias que me han llevado a ser mejor persona cuando he aprendido algo de ellas. Nunca he vivido la violencia, cuando he estado enferma, siempre ha habido medios, personas y medicamentos para que pueda recuperar la salud.

¿Qué es entonces lo que me ha hecho falta?

Creo firmemente que lo que me ha hecho falta es mirar más allá del punto negro sobre la hoja blanca.

La vida siempre ha estado llena de detalles que podemos calificar como: negativos, malos, desagradables, frustrantes, tristes y demás. ¿Por qué son estos más importantes que aquellos que son: positivos, buenos, agradables, placenteros, alegres y demás?

Y voy más allá. ¿Por qué darle a todas las experiencias de la vida un calificativo con carga, cualquiera que esta sea, positiva o negativa?

¿Acaso soy feliz sólo cuando estoy alegre o cómodo o en paz? ¡Con razón siempre siento que hace falta algo! ¡Me hace falta entender que soy feliz a pesar de mi humor, a pesar de lo que no tengo y de lo que creo que me hace falta!

Y es que en realidad no hace falta nada. Basta que miremos alrededor para que nos demos cuenta de esta gran verdad.

Podemos decir que falta amor y por eso hay tanta violencia, podemos decir que falta caridad y por eso hay tanta gente muriendo de hambre...

Pero también podemos decir que si mis ojos ven sólo esto, yo tengo la capacidad de generar aquello que parece no existir llámese: amor, caridad, abundancia, perdón, comprensión, tolerancia, salud.

Pide y se te dará... pero no pidas que el mundo ame para que se termine la guerra; pide amar para que la acción expansiva de tu amor haga que lo que te rodea sea mejor.

Desde siempre he pedido, pero nunca antes como ahora, me ha sido tan palpable la verdad de que todo cuanto he pedido, me ha sido dado.

Y el chiste no es si merezco lo que pido o no, tampoco si lo he pedido por las razones correctas o por lo que me conviene. El chiste radica solamente en pedir aquello que vaya de la mano con lo que Dios quiere para el mundo por amor.

En resumen, hay que pensar como piensa Dios, no como piensan los hombres.

2 comentarios:

Raelana dijo...

Gracias por la reflexión. Estos son días especialmente duros para mí y me han hecho pensar.

¡Un beso!!

Anabell dijo...

Amiga querida: Te mando un abrazo enorme y los mejores deseos para que estos momentos te dejen sólo cosas positivas y que sean para tu bien. Te quiero mucho. ¡Gracias por estar aquí!

Un besote para ti.