viernes, 31 de agosto de 2012

Hermana Luna

Imposible mirarla sin mirarte. Sin oírte. Sin recordar tu espalda recargada en la pared y tu pie derecho moviéndose inquieto arriba y abajo. Imposible mirarla sin echar a andar la maquinaria del mariposeo estomacal y buscar en las cuatrocientos cincuenta y seis noches de mis lunas llenas las poquísimas compartidas, reales o ficticias, tal vez imponentes e importantes por escasas.
Imposible mirarla sin imaginar quién más la mira, quien más sueña despierto y suspira y canta y llora poseído por su brillo. ¿Cuántos habremos estado la noche de anoche bajo su embrujo? ¿Cuántos amores se hicieron y deshicieron con ella como testigo? ¿Cuántos se quedaron inconfesos?
Imposible mirarla sin sentir el susurro de su voz blanca cantándote su belleza, su inmensidad, su poderío.
Cuántos poetas, cuántas notas, cuántas letras en su nombre, a su nombre. Cuántos sueños desde y hacia ella. Cuántos amándola en silencio.
Cuántos escondiéndose en sus sombras azules. Cuántos se volverían locos sin ella...


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