Escribir ha sido para mí una forma de compartir el pensamiento y el sentimiento que he guardado a lo largo de los años.
Hace algunos años descubrí que no soy una loca por sentir y pensar como siento y pienso. Hace muchos años, un buen hombre: filósofo, teólogo y maestro, me tomó bajo su ala y comenzó a darme lecciones de vida.
Hoy, mi amado maestro me ha dado una lección más y como todas las que me ha dado, no sólo tiene la intención literal de ayudarme con una situación particular. Tiene la intención de esclarecerme otros puntos que se encontraban nublados en mi mente y que le estaban haciendo gran daño a mi corazón.
Pensé en escribirlo, pero sinceramente me falta mucho para poder expresarlo de forma fiel; así que aquí lo dejo, en palabras de una gran maestra: Gabriela Mistral.
A Un Sembrador
Siembra sin mirar la tierra donde cae el grano. Estas perdiendo el tiempo si consultas el rostro de los demás. Tu mirada, invitándoles a responder, les parecerá invitación a alabarte, y aunque estén de acuerdo con tu verdad, te negaran por orgullo la respuesta. Di tu palabra, y sigue tranquilo, sin volver el rostro. Cuando vean que te has alejado, recogerán tu simiente; tal vez la besen con ternura y la lleven a su corazón.
¿Qué más se puede decir ante la belleza, serenidad y sabiduría que estas líneas expresan?
Quede pues, como un recordatorio de lo que debo hacer...
¡Gracias maestro Huesca!
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