Ya sé que a veces llega a borbotones y que no sabes dónde ponerla para que no estorbe, para que te deje realizar en paz las labores cotidianas, hasta que llega el momento de escribir lo que te dicta con ansia. Sé también que, otras, te abandona como si estuvieras apestado y que por más que intentas atraerla con una copa de vino y buena música a media luz, te patea el culo y se aleja más para reírse de ti antes de salir dando un portazo. Ni siquiera mi nuevo cd de adagios para arpa ha surtido efecto.
Supongo que todo es cuestión de ciclos, o tal vez no y simplemente deba aceptar que ese talento que alguna vez creí tener no era más que una quimera.
A saber...
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