miércoles, 13 de agosto de 2008

Vivir con miedo

Es tan intenso lo que tengo dentro que no encuentro las palabras adecuadas para expresarlo en su justa dimensión, porque cuando el miedo, la impotencia, la rabia y la vergüenza se mezclan, no es sencillo describirlo. El miedo a que suceda de nuevo con peores consecuencias; la impotencia de saber que los delincuentes caminan por la calle como amos y señores; la rabia cuando mis hijos le piden a Dios en su oración de la noche que nos cuide de los rateros, cuando le suplican que ya no sean tan malos y dejen de asaltar a la gente de bien; la vergüenza de vivir en un país incapaz de superar el mínimo de sus retos, en una sociedad en la que se premia la ineptitud y la transa, con unos gobernantes que no hacen más que buscar su beneficio mezquino, su pedacito de poder. Vergüenza, rabia y miedo mezclados en las primeras planas de los periódicos que anuncian la muerte de un jovencito a manos de sus secuestradores. ¡¿Quién diablos me asegura que mis hijos o los de mi vecino o los de mis amigos no serán los siguientes?! ¡¿Quién me puede garantizar que la próxima vez que encañonen a mi marido o a mí delante de los ojos de mis pequeños incrédulos y aterrados, no jalarán del gatillo por unos cuantos pesos?! ¡¿Quién me regala un poco de la esperanza necesaria para creer que vale la pena hincharse de orgullo cuando suena nuestro Himno Nacional o se iza nuestra bandera y entre sus notas y bajo sus sombra se cobijan los malditos delincuentes y los políticos pendejos?! ¡¿Qué hay que hacer?! ¿Hay que marchar vestidos de blanco cada día, como hormigas en la selva de la delincuencia para que los que nos deben preservar la seguridad hagan su trabajo? Qué alguien me diga por favor cómo le hago para que mis hijos no tengan que vivir con miedo.

No hay comentarios: