jueves, 29 de octubre de 2009

Hoy, hoy, hoy

La calma ha vuelto junto con la certeza del sitio al que pertenezco. Durante varias semanas me dejé llevar por una especie de dolorcillo virtual que yo misma me he creado desde tiempos inmemoriales (o sea desde hace unos veinte años). Siempre me ha dolido que la gente a la que quiero no cumpla con su parte, sobre todo cuando esa parte significa que me quieran también, que yo sea importante en sus vidas, que me tengan presente, que no me olviden. Invariablemente cuando el objeto de mi afecto no cumple con esas sencillas premisas, me vienen el sufrimiento emocional, la tristeza, la melancolía y una especie de proceso auto devaluatorio en el que trato de encontrar todos aquellos defectos o carencias que llevaron a aquella persona a no quererme o a no desear mi compañía. Entonces me siento tonta y pequeña y fea y simple y estúpida y etcétera, entonces me la paso haciendo recuentos interminables de los momentos compartidos hasta sublimarlos, entonces dejo de lado mi presente para instalarme en ese pasado glorioso e irremediablemente perdido. Esa es mi especialidad, el pasado y lo que contiene, el ayer o antier o hace meses o años o décadas. Suena bastante psicótico y no dudo que lo sea. La parte buena empieza cuando me canso de toda esa mierda y empiezo la reconstrucción de mi porción de alma dañada y eso sucede cada vez con mayor velocidad. Hoy he decidido empezar. Hoy, hoy, hoy, como el necio dicho foxiano.

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