Los opuestos se atraen y los iguales se rechazan.
Esta no es una conclusión a la que puedas llegar con mucha facilidad, ni siquiera si te remites a las leyes de la física.
Si tomas dos imanes, por un lado se atraerán y por el otro se repelerán, pero físicamente ¿qué los hace iguales por un lado y diferentes por el otro? El campo magnético, claro está; ese que se esconde a tus ojos pero que ahí está sin lugar a dudas.
Pero todo en la vida tiene sus "bemoles". Es posible que el género opuesto te atraiga porque la naturaleza nos empuja a ello, pero ¿qué pasa con todo aquello que nos hace diferentes? ¿no sientes de pronto la necesidad de que alguien te entienda porque tal vez ha vivido las mismas circunstancias?
Hacer amistades en general ha sido relativamente fácil para mí, a pesar de mi conducta fuertemente antisocial. Lo que sí ha sido complicado es lograr mantener una línea estable en mis relaciones con otras mujeres.
Sé que influyen muchos factores para que esto sea de esta manera, así que tomo esta parte de la vida como algo natural y hago mi mejor esfuerzo para que las cosas fluyan de la mejor forma posible y cuando esto no es así, pues también lo acepto y sigo adelante.
Pero dejando un poco de lado esta parte me encuentro con las mujeres que no se soportan en absoluto. Claro que en este vasto mundo hay cientos de personas de cualquier género con las que no nos llevamos por las razones que sean, pero el comportamiento entre hombres y mujeres que no se soportan no es el mismo cuando se trata de un "contrario" del mismo género.
Cuando estudiaba en la universidad, mis dos mejores amigas no se soportaban la una a la otra. Aquella relación era una especie de familia separada por un divorcio en donde yo tenía que elegir cuanto tiempo convivía con una y con la otra sin que hubiera sentimientos de alguna de las partes.
En su momento comprendí por qué no podían llevarse bien, sin embargo siempre deseé que fueran capaces de hacer a un lado sus diferencias para encontrar puntos de unión mucho más fuertes en sus similitudes, pero eso nunca se dio, aunque un día "hicieron las paces" y llevaron la fiesta en paz hasta que ya no estuvieron juntas en la escuela.
Vivencias como esta he tenido varias a lo largo de mi vida. Nada menos ayer me enteré de que una amiga de hace muchos años tampoco soporta a otra de mis amigas y pareciera que esto es mucho más común de lo que creía.
Hasta donde mi memoria alcanza a recordar, yo no había estado en lado de la amiga que no soporta a otra amiga de una amiga, hasta hace poco tiempo y esto es lo que la experiencia me ha dejado:
1. En verdad es muy complicado verle el lado bueno a las personas (¡porque claro que lo tienen!), cuando no hay muchos puntos de encuentro.
2. Generalmente eso que aborrecemos de ellas, nosotros también lo ostentamos como defecto.
3. Nos preguntamos por qué todo lo bueno les pasa a ellas si no hacen nada para merecerlo (o al menos eso parece).
La lista podría ser tan extensa como un pliego petitorio sindical, pero creo que en estos tres puntos se resumen las razones por las cuales no soportamos a equis o zeta mujer.
No es por darme baños de grandeza o de pureza pero la verdad es que a pesar de que la amiga de una amiga no me cae, nunca he puesto a mi amiga en el predicamento de elegir entre ella y yo. Creo que la vida va mucho más allá de los gustos y las opiniones personales de cada quien, y que para nada tienen que ser las mismas, vaya, ni siquiera similares.
Lo que sí ha sucedido es que la convivencia se ha tornado medio pesada cuando estamos todas juntas (incluyendo a las otras amigas). O bien hay muchos silencios, o de plano se han externado opiniones con un apasionamiento que deja mucho que desear sobre la capacidad de razonamiento de quien la expresa (naturalmente ella).
El caso y el cuento es que la vida ya nos puso en este camino y tenemos dos opciones: seguir ignorándonos por el resto de la eternidad, o tratar de encontrar un punto de encuentro que tal vez conduzca al nacimiento de una amistad que nos deje muchas cosas positivas a ambas.
Y como diría Cantinflas (QEPD): "Ahí está el detalle".
Sé que es posible hacer a un lado las diferencias sin perder nuestra identidad y sin dejar de lado nuestros ideales; por eso estoy determinada a darle una oportunidad a la persona.
Independientemente de si las cosas se dan o no, al final habré ganado mucho. Tal vez en cosas que no sean tangibles, pero sí sensibles y muy comprensibles.