lunes, 20 de abril de 2009

Silencio

Desde el silencio se pueden hacer muchas cosas. Es cómodo, simple, barato. El silencio ha sido mi trinchera en múltiples ocasiones, pero hoy me pesa, quiero romperlo pero no sé cómo, ¡vaya contradicción para alguien que emite veinte mil palabras por minuto! Hay mucho dentro de mí que necesita ser dicho pero que no encuentra el camino hacia la elocuencia para salir al mundo.
El sábado pasado me di a la fuga y logré unas cuantas letras mientras tomaba una sangría en una mesa de café al aire libre. Sola, sensibilizada por los recuerdos recientes que me llegaban desde no más de cuatro cuadras de distancia, mi mano trazaba en mi vieja libreta el esbozo de un cuento.
Fue emocionante.
Creí tener finalmente completa esa historia necesaria para hacerme sentir que mi capacidad no se ha ido a la mierda.
Fue fugaz.
Hoy de nuevo me enfrento a la hoja en blanco y no hay mucho que contar. Nada fluye y la falta de esa energía de antes empieza a ser la monotonía de hoy. Tengo miedo de acostumbrarme al silencio, de fusionarme con él. Tengo miedo de reconocer que nunca más podré, que nunca más seré capaz, que nunca más habrá historias que contar.

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