martes, 2 de junio de 2009

Un adiós anaranjado

Tarde de junio. Cielo anaranjado. Tú al final del sendero, yo al inicio, mirándote por última vez antes de mi partida. Nunca más tus besos, nunca más los míos, nunca más los nuestros.
Las palabras y las intenciones se me revuelven en la garganta. Quiero hablarte, despedirme, decirte.
¿Qué?
No lo sé, sólo quiero un instante de tus ojos en los míos, la vibración de una única palabra tuya en mis oídos.
Miento.
Quiero un beso nuevo, largo, intenso, en el que se borren el dolor y el abandono; quiero tus manos en mis rincones, tu piel salada en mi boca.
Imposible.
Perteneces a otra por voluntad, a esa que estaba antes de mí. No hay nada para mí en tu corazón.
¡Voltea por favor!
Suplico en silencio al pasar a tu lado despacio en el auto, mientras en el estéreo suena "Against all odds" de Phil Collins. ¿Recuerdas los cientos de veces que la escuchamos juntos?
Silencio.
Afuera el silencio comparte con nosotros una mirada pequeña y dolorida.
Adiós.
Un adiós anaranjado, mirándote de frente, sin palabras, sin lágrimas.

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