Como seguramente mucha gente en el mundo, yo conocí a mi hoy marido en el trabajo.
Recuerdo que fue hace casi 11 años cuando entré a la compañía a sustituir a una chica (mi mejor amiga) porque se iba a vivir a Italia por un tiempo.
Mi amiga no sólo me heredó el trabajo con sus responsabilidades y beneficios, también me heredó a su grupo de amigos entre los cuales estaba quien se convertiría en el hombre de mi vida.
Escribir sobre esa historia es largo así que me limitaré a decir que hoy se cierra un ciclo en nuestra vida sentimental porque ha llegado el momento de despedirnos del lugar que vio nacer nuestro amor.
Yo me fui de la empresa cuando nació nuestro segundo hijo hace poco más de 6 años, pero no me fui del todo porque estando él ahí, de alguna manera yo seguía presente. Asistía a todos los eventos de la compañía (pic nics, "open house", posadas, "halloween" y lo que se presentara) y de cuando en cuando lo acompañaba a comer después de recoger a los niños de la escuela.
Con el pasar de los años, mucha gente se fue y otra nueva llegó pero a pesar de los cambios, siempre encontré una cara amable y en algunos casos hasta una sonrisa, un apretón de manos o incluso un abrazo.
No puedo decir que nunca más recorreré esos rincones amados donde mi marido fumaba y yo lo acompañaba, pero sé que las probabilidades de estar ahí ya son muy escasas.
Por mucho que se amen las rutinas que nos dan seguridad, no podemos quedarnos anclados a nada ni a nadie. El amor por la camiseta existe y siempre existirá, además del agradecimiento porque todo lo que hemos hecho ha sido gracias al trabajo que ahí tuvimos.
Fuimos tocados por mucha gente a lo largo de todos estos años y eso es algo que por lo menos nosotros, no somos capaces de olvidar ni mucho menos de dejar de agradecer.
Hoy nos echamos la última antes de irnos a buscar nuevos horizontes y a vivir nuevos momentos en otra parte con otros retos, otras personas y otras ilusiones.
Hoy cerramos un ciclo que fue muy hermoso y al que recordaremos siempre con mucho cariño.
¡Gracias Bill H., gracias Dave P.!
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