Me cuelgo de la alta noche, me pierdo en sus oscuridades de terciopelo. Soy noche. Soy de la noche. Mi sueño sube y baja entre sus cavernas húmedas, salitrosas. La plata que la salpica fascina a mis sentidos despiertos... los dormidos nunca, los dormidos buscan el silencio rasposo del negro y el gris fusionados, convertidos en el todo más absoluto. La noche que soy no tiene luces amarillentas de ciudad, acaso algún farol perdido en un recuerdo, sólo eso. La noche que soy es un manto de ausencia de luz pero plagado de ruidos de grillo y alguna que otra luciérnaga rompiendola a momentos; noche de campo, de hierbillas cerradas, de pájaros que duermen.
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