Ver televisión no forma parte de mi rutina diaria. Si mi ánimo me permite soportar la miseria del mundo, miro el noticiero de la noche. Pasa de vez en cuando, pero una de esas pocas veces en que caí en las redes de Joaquín López Dóriga, me encontré con una extraña gema: una mujer madura era presentada en un programa inglés de búsqueda de talento (el tan llevado y traido formato en el que los aspirantes a la fama cantan y el tele espectador gasta su dinero en llamadas telefónicas de apoyo a su favorito), jamás me he sientido atraída por ese tipo de espectáculos pero esta mujer llamó mi atención desde el momento mismo en que la vi aparecer sobre el escenario, así que permanecí frente al televisor. Nada más lejano al estereotipo occidental de belleza: grandes cejas despeinadas, cabello canoso y alborotado, papada, cero maquillaje. Su apariencia provocó la suspicacia e ironía de todos los presentes y más cuando aseguró que su sueño era ser como Elaine Paige. Nadie esperaba lo que sucedería cuando la música comenzó a sonar y de la boca de Susan salieron los versos de "I dreamed a dream". El escepticismo se convirtió en sorpresa y poco a poco la cantante llevó a todos a un estado de euforia con su magistral interpretación. Al final las lágrimas habían llegado a los ojos de muchos y las bocas de otros tantos permanecían abiertas en medio del éxtasis. Los jueces calificaron su actuación maravillosamente mientras el público rugía. Susan salió del escenario visiblemente emocionada. Final feliz, digno de una película de Hollywood con moraleja incluída. Es el tipo de historias que nos enternece a la mayoría. Hasta aquí un viejo cliché. Tierno y emocional, pero gastado y que conste que no niego que a mí también me conmovió.
Lo que me parece interesantísimo es la reacción del mundo ante este hecho. El video de Susan arroja más de cien millones de visitas en Youtube. ¡Cien millones de visitas! ¿Cuántas personas pueden presumir de una cifra así?
Mi teoría es que esta manifestación se da porque el mundo necesita y busca con desesperación algo más profundo de lo que la occidentalidad le ofrece a diario desde su trinchera de perfección física, comodidad y vana modernidad. Susan nos ha cautivado porque nos devolvió al origen por instantes, porque nos mostró lo que hay en su interior mediante la magia de su voz, porque nos hizo escuchar la claridad de la esencia humana, sin todos los adornos que nos hemos empeñado en ponerle encima hasta opacarla. Susan proyecta autenticidad, seguridad y aplomo a pesar de que sabe que su aspecto no es lo que las masas esperan ver, y para su sorpresa, las masas la han encumbrado. ¡Salud por ella!
1 comentario:
Amiga, para nada me extraña porque Gran Bretaña siempre ha tenido talento, jejejeje.
Todavía podemos esperar sopresas... y no lo digo por el talento de Susan vs su apariencia, que es más que evidente que no tiene nada que ver una cosa con la otra. A lo que me refiero es que todavía queda gente en el mundo que es capaz de ver más allá de un estereotipo para dar paso al goce que nos puede dar el talento de un ser humano.
Bien por este descubrimiento y gracias por venir a compartirlo.
Te mando un abrazote!!!
Amo a Simon Cowell, jejejeje.
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