Me gusta Isabel Allende. Creo que si las mentes humanas se catalogaran como estilos literarios sin duda la mía sería, absolutamente, un libro de la chilena... sin complejidades intelectualoides. Vamos, que entiendo que de seguro mi mente no llega a tanto pero creo que la aproximación sería muy descriptiva de lo que me circula dentro del cráneo, aunque seguramente menos rica.
Durante las vacaciones leí Paula. Me había resistido por miedo al tema de la hija enferma y muerta. Me resulta complicado enfrentarme a temas que me hacen sentir vulnerable y nada podría lograrlo más que verme en el espejo de una madre que vive la agonía de una hija en lo que debería ser la plenitud de sus días. El caso es que finalmente vencí al miedo y me dispuse a enterarme de los pormenores de la muerte de Paula y de la vida de Isabel, de refilón. No haré una reseña. La finalidad de esta entrada es exponer la sensación de paralelismo con la que me topé al descubrir muchas de mis propias carencias y sueños y miedos en la parte de esa historia que corresponde justo a la etapa de vida por la que atravieso. De alguna manera me sentí comprendida, acompañada, cuerda; un sentimiento de solidaridad me acarició y por momentos dejé de visualizarme como el bicho raro y mezquino al que no le alcanzan las bendiciones que le caen del cielo día a día para sentirse plena. El lado oscuro del asunto es que también me encontré con una especie de certeza interna que me asegura que hasta ahí llegan las similitudes, que no habrá más, que no vendrá una temporada de luz en la que encuentre eso para lo que nací, a diferencia de Isabel que encontró su camino en la escritura de ficción aunque no estuviera ni remotamente en el esplendor de su juventud. Tengo miedo de que esa voz tenga razón, de que se me acaben de ir los treinta y los que me queden y nunca pueda decir con orgullo "estoy satisfecha" en esos aspectos en los que me gustaría brillar aunque fuera una sola vez. Sé que depende de mí, pero a últimas fechas me he sentido tan a la deriva que no veo por donde pueda encontrar eso que me falta y que ni yo misma sé con exactitud qué es. Tengo miedo, para variar, tengo miedo.
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