jueves, 16 de junio de 2011

Extrañar

Extrañar no es como el canto de los pájaros ni el color de las flores, menos como la mañana fresca y clara de la vacación rural que tanto amo. Extrañar no es como la sombra de un árbol de mango ni el sabor de una caña recién cortada, mucho menos como el aroma del romero o una tarde de elotada. Extrañar, como diría mi hija, no está padre. Duele. Cala. Extrañar es una ausencia constante y creciente, un nudo en todo el pecho, no sólo en la garganta. Extrañar es un vacío denso, un hoyo negro.

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