martes, 4 de noviembre de 2008

La tierra y la espiga

La tierra me abraza con su aroma,
salvaje sensación de añoranza,
de juegos libres y tiempos de antes
que regresan hoy para aliviarme
los miedos adultos que me acechan.
Los campos de cebada me acarician
al pasear entre los surcos generosos,
origen y destino de su vida
tan verde primero, tan dorada luego.
Y vuelvo a ser niña en ellos
con aroma y tacto, con los ojos llenos
del oleaje ingobernable de la espiga,
una y miles, una y cientos,
que lleva y trae con ella mis heridas.

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