Hace exactamente un año volaba hacia mi encuentro contigo y tu magia, la que posees por ti misma y la que yo te regalé en mis fantasías y en mis ansias de muchos años por desentrañarte los secretos.
El cumplimiento de un sueño siempre deja huellas profundas. Caminarte, respirarte, sentir tu pulso y tu diversidad fue uno de los más añejos y profundos; el que ahora mismo escriba sobre ello, a un año de distancia, es prueba irrefutable; el que desee volverte a conocer con los árboles llenos de hojas verdes o amarillas, es la segunda parte del sueño y de la magia de tu huella en mí.
Quedan el recuerdo y la promesa. El primero, de lo vivido; la segunda, de volverlo a vivir.
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