A veces me enfada lo cursi que puedo llegar a ser cuando me dejo llevar por ese estúpido estado de arrobamiento del corazón. Uno de mis propósitos de vida, para lo que me resta de la misma, es ser mucho más práctica, dejar el pasado en el lugar que le corresponde y parar de dolerme por cosas que sucedieron hace años. La esclavitud no es permisible ni siquiera cuando es uno mismo quien se la ejerce. El que se fue, se fue; el que no amó, no amó; el que decepcionó, decepcionó; el que se va sin decir adiós es porque así lo quiere; la amiga de antes que no quiere serlo más sus motivos tendrá. ¿Y? ¿Qué gano con sufrir y desgarrarme? ¿No me convierto acaso en la más grande estúpida al hacerlo?
¡Basta! ¡No más! Hasta aquí.
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