martes, 29 de diciembre de 2009

No basta ser bien portada...

Una de las cosas que más recuerdo de mi difunta abuela Ana María es que siempre hizo énfasis en que deberíamos ser bien portados porque la gente que se porta bien, siempre es bienvenida en todas partes y por todo el mundo.


Crecí bajo este precepto y al final me hice una persona de bien, aunque nunca he sido capaz de dejar de lado mis defectos. ¿Quién puede?


Han tenido que pasar 37 años para que aprendiera que no basta con ser bien portada para que el mundo te acepte. Muchos sinsabores tuve pasar para darme cuenta de que no es mi culpa si no soy bienvenida en todos lados, el mundo y la vida son así. Bien lo dice el dicho: "No somos monedita de oro para caerle bien a todos".


Sé que esto es una tontería porque, ¿quién diablos en este mundo vive deseando ser querido por todos a su alrededor?


"Meet that fool."



Para mí, tener la aceptación de la gente es importante porque habla de que he hecho un buen trabajo en la vida; en cierto sentido minimiza mis defectos y me hace sentir mejor conmigo misma.


Si hubiera tenido hermanos, tal vez hubiera aprendido desde pequeña que el cariño, la aceptación, el respeto y muchas otras cosas no necesariamente se reciben por méritos; existe una opinión y una forma de ser y de pensar del otro lado que definen qué te dan (si te dan) y en qué medida, y que no necesitas que el mundo te quiera o acepte porque lo que vales no está definido por el número de personas que te quieren.


He luchado mucho por quitarme de encima la tristeza que me invade cuando siento que la gente no me quiere o no me acepta. La cabeza sabe bien que eso no es importante, pero el corazón se empeña en llorar por el cariño no recibido.


Eso sí, nunca me quedo donde no soy bien recibida y eso es algo que tiene que cambiar.


¿Por qué? Porque la única persona que define quien soy, soy yo misma. Retirarse es aceptar que son otros los que dictan quién soy y cómo me muevo. Eso eventualmente te lleva al resentimiento y bueno, ese es un sentimiento que deberíamos combatir porque corroe el alma.



Terminas por no quererte porque te crees estúpida, porque seguramente por eso la gente te da la espalda (incluso aquella que alguna vez te dijo que te quería) o te ignora y al final sólo puedes "ver Moros con tranchete".



¿Qué se siente que te valga madre lo que el mundo piense de ti? Bueno, eso es algo que estoy por averiguar.



Nunca es tarde para hacer las cosas por las razones correctas.

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