martes, 30 de marzo de 2010

¡Qué difícil!

¡Qué difícil es darle la cara a las cosas que lastiman! Sé que no he descubierto el hilo negro. A quien no le parezca difícil enfrentar lo que le duele es porque está muerto.

Con la llegada de esta cuaresma he tenido una serie de reflexiones que me han movido a la posibilidad de cambiar de actitud con respecto a las relaciones humanas.

Por muchos años fui yo sola y los conflictos propios de las relaciones personales no me afectaron mucho hasta hace poco tiempo, cuando decidí abrir un poco (o un mucho) el círculo de personas con las que interactúo.

Hay personas que tengo en muy alta estima y que por esta razón son parte importante de mi vida y como en todo, los hay quienes están de relleno, por decirlo de algún modo, y también los que son un mal necesario.

De todos estos grupos he recibido cosas buenas y malas; en ocasiones muchas atenciones y en otras una total y absoluta indiferencia. No me quejo, no espero que el mundo esté a mi disposición las 24 horas del día, los 365 días del año; simplemente no deja de sorprenderme el hecho de que lo que necesitas no siempre viene de quien normalmente lo esperarías.

A veces, los que son del grupo de males necesarios son los primeros que te confortan y esto me hace recapacitar en mi modo de verlos y de tratarlos.... creo que aunque sean "un mal necesario", no merecen mi indiferencia ni desconsideración.

Luego están los más queridos, que tristemente no siempre pueden estar para ti aunque quieran. Si te sientes defraudado por ellos, ¿tiras la toalla y cambias de seres queridos? Creo que tampoco se trata de eso.

En resumen, sin importar la condición del prójimo con respecto a ti, es tu actitud hacía ellos la que cuenta; pero ¿cómo se le hace para amar sin condiciones y sin prerrogativas? ¿Cómo se remueven los sentimientos que te empujan en sentido contrario?

jueves, 25 de marzo de 2010

Canciones desfazadas en el tiempo

Hoy me apetece hablar de canciones, de esas desfazadas en el tiempo, de las que no existían cuando las necesitaba o de las que existieron mucho antes que yo misma y que en un punto de mi vida parecieron estar inspiradas en mi situación personal de ese momento.

Comenzaré con Creep de Radiohead. Ya sé que está bien choteada pero para mi gusto es maravillosa. Básicamente me remite a la cafetería del Tec, era ritual que cada que iba a almorzar introdujera una moneda en la rockola y la pidiera para sentir su compañía. Años después le puse una atención especial a la letra y descubrí que describe a la perfección lo que sentía por ahí de los catorce o quince años, cuando la rola aún no se le ocurría ni a una sola de las neuronas de Tom Yorke:

When you were here before,
couldn't look you in the eye
you're just like an angel,
your skin makes me cry.
You float like a feather
in a beautiful world.
I wish I was special
you're so fuckin' special
but I'm a creep,
I'm a weirdo
What the hell am I doin' here?
I don't belong here

Increíble la similitud entre esta letra y lo que me pasaba por la entraña, el corazón y la cabeza en aquel tiempo. Por una parte, el amor no correspondido, la idealización del objeto de mis sentires pubertos... para mí él era justo como un ángel, como una pluma flotando en un mundo maravilloso, que sólo existía, claro, cuando lo miraba aparecer en el salón de clases. Por otra, el deseo eternamente frustrado de ser correspondida, de ser especial para él. Y por último, esa falta de pertenencia que siempre sentí a lo largo de esos años, el reconocimiento de ser distinta a todos, ajena, la eterna pregunta ¿qué demonios hago aquí? que siempre se quedó sin respuesta.

Hay otra rolita que pareciera haber cruzado el tiempo para llegar a mí en el momento preciso. De Hernaldo Zúñiga, No tengo más patria que tu corazón. Un título largo pero que da una idea muy clara de su contenido lírico. Hace varios años que es una especie de himno de pareja entre mi marido y yo, pero hoy más que nunca cobra para mí un sentido asombrosamente realista, porque justo ahora, en este momento en que tecleo, no hay nada que se parezca más a lo que siento por el hombre que camina conmigo desde hace quince años...

... en lo pasado...

No tengo más himno que aquel que es tu voz,
hallarte fue un gozo mi mapa cambió.
Lamiste mi herida sin saber
que en medio de un mundo que anda mal
me diste el vigor para sonreir,
promueves mi calma,
da gusto vivir


... lo presente...

De la geografía que hay en ti,
me viene el aliento de escribir
Me encanta escalar,
tus montes y arar
Me abrigan tus huecos,
cuando hay tempestad.

No tengo más patria que tu corazón,
en esa mirada me cabe hasta el sol.
Si todo es mentira lo tuyo es verdad, color.
No tengo más patria que tu corazón
si todo se cae me queda tu amor,
me queda tu nombre que grito a todo pulmón.

... y lo futuro...

Mi única bandera ondea por tí,
si miro al futuro me gusta creer
que envejeceremos piel con piel
rodeados de nietos y ojalá
queriéndonos más o al menos igual
viviendo una casa a orillas del mar.

No tengo más patria que tu corazón
en esa mirada me cabe hasta el sol.
Si todo es mentira lo tuyo es verdad, color.
No tengo más patria que tu corazón...

Y toda la esperanza que puedo guardar en mi corazón en estos momentos oscuros de mi vida parece resumirse en dos líneas:

si todo se cae me queda tu amor
me queda tu nombre que grito a todo pulmón

Escritas antes de que hubiera cruzado con mi amor ni una mirada siquiera.

lunes, 22 de marzo de 2010

De las cosas buenas de la vida

Hoy fue un día complicado pero como muchas cosas en la vida, también tuvo algo maravilloso y no quiero irme a la cama sin hablar de ello.

Muchas veces he pensado que Dios no debió haberme dado hijos porque no soy apta para ser madre, pero ¿Quién nace sabiendo? ¿Quién en realidad está capacitado para serlo?

En medio de todos los miedos, inseguridades, frustraciones y cuantas cosas puedan hacernos pensar que nuestro papel como padres está bastante mal desempeñado, caben también las alegrías y las satisfacciones de los muchos aciertos que seguramente también tenemos.

Hace un tiempo que decidí dejar de lado aquel título que me autoimpuse como madre bruja, porque soy la que regaña, la que grita; para ser simplemente una madre. Igual gritona tal vez, pero por lo menos no bruja porque lo que quiere es el bienestar de sus hijos.

La primera vez que fui a una escuela para padres escuché la canción que les voy a compartir. Me pegó y desde aquel día la tengo presente en la mente y en el corazón como una advertencia de lo que comúnmente hacemos y no debemos hacer como padres.

¿Por qué hoy? Porque un día como hoy, hace siete años, Dios me prestó a uno de sus hijos para que hiciera con él mi mayor y mejor esfuerzo para ayudarlo a convertirse en una persona de bien y que sea capaz de encontrar su camino de regreso al padre.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS HIJO MIO!

Esos locos bajitos - Joan Manuel Serrat cortesía de nicomatyjuano en youtube


Enfrentando miedos, tomando precauciones

El viernes por la noche se metió un ladrón a mi oficina pensando que no había nadie, pero no contaba con que una de mis compañeras, al notar que algo andaba mal con la chapa de seguridad de la puerta principal, fue a buscar a un cerrajero y volvió a la oficina un poco más tarde. Ella y su esposo (que afortunadamente la acompañó porque ya era de noche), fueron amagados con un arma de fuego y encerrados en la cocina para poder cometer la fechoría.

Más tarde, otro de mis compañeros regresó a recoger su equipo portátil que había dejado esa tarde al salir a comer y ¡Zaz! El tipo lo sometió y lo encerró en la cocina junto con nuestra compañera y su esposo.

Dadas las circunstancias, el tipo tomó los objetos más a la mano, arrancó los teléfonos y salió de la oficina llevándose además los celulares y las llaves de mis compañeros sin causarles más daño que un susto endemoniado.

Es la segunda vez que nos roban en lo que va del año y ahora pensamos que no importa cuántas medidas de seguridad tomemos, los rufianes siempre se las arreglarán para cometer sus fechorías.

Sinceramente tengo miedo y no por mí, sino por mis hijos. Entre mis objetos personales hay fotografías de mis pequeños y un letrero con mi nombre y no puedo evitar pensar en si el tipo es un ladronzuelo de poca monta, o si además se dedica a extorsionar.

La oficina es para muchos un segundo hogar y cuando éste es violado, la mente le da vuelta a las posibilidades de que cosas peores puedan pasar. Es evidente que nos vigilan, saben a qué hora entramos y salimos, cuántos somos y ahora conoce a nuestros familiares y nombres. ¿Qué puede hacer con toda esa información?

Hoy fue difícil volver a la oficina y encontrar los rastros del atraco, tuve miedo pero no me quedó más remedio que armarme de valor y seguir con mi vida, no como todos los días, pero sí seguir de la mejor manera posible.

Comparto esta triste historia a mis queridas amigas que vienen a leer las cosas que aquí escribimos y a quien nos venga a leer, no con el afán de mortificar, sino de recordarles que las precauciones nunca están de más en un mundo que está tan contaminado por la corrupción, el crimen y los malos hábitos.

Siempre observen a la gente a su alrededor, miren si los siguen al tomar el coche o el transporte público, tomen rutas distintas al trabajo siempre que se pueda, alerten a sus hijos sobre la presencia de extraños y enséñenles a estar alerta y nunca se queden solos en la oficina.

Cuídense mucho.

Un día perfecto

Hoy parece un día perfecto para olvidar los propósitos de año nuevo y mandarlo todo a la mierda, para dejar de ser la madre ejemplar y la hija perfecta, la esposa comprensiva y la jefa responsable. Hoy hace un lindo día y me apetece coger el auto, salir a las calles sin rumbo y no volver hasta que lo que me arde en las entrañas se haya extinguido, hasta haber encontrado las respuestas a esas preguntas inquisidoras y faltas de piedad que me acosan minuto a minuto desde que abro los ojos por la mañana hasta que los vuelvo a abrir a la siguiente. Sí. Hoy parece una buena tarde para perderse, y no digo para encontrarse porque sería mucho pedirle a esta vida que parece intentar extinguirme de a poco cada día.

Nunca como hoy

Nunca como hoy
el miedo
la penunmbra.
Nunca como hoy
perdidos el rumbo
la esperanza
el sentido.
Nunca como hoy
la tristeza en mi garganta
y en mis sueños
y en mis ojos,
las ganas de cerrarlos
de no sentir
ni pensar
ni existir como hoy
sino como ayer
o como tal vez un mañana
más incierto que nunca.
Nunca como hoy
el silencio
la soledad
la vida embarrada de mierda
la fragilidad de espíritu
la falta de fe.
Nunca como hoy
he sido tan poco
tan polvo
tan nada.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Las trampas del tiempo

En estos últimos días me he estado enfrentando al tiempo, en diferentes escenarios y con actores también distintos. Y es que es una verdad conocida pero pocas veces razonada. El tiempo corre como el agua del río, dice el lugar común; no he escuchado otro más acertado, no hay paralelo más real con ese tirano que rige nuestra estadía en el mundo desde el segundo en que llegamos hasta aquel en que nuestro cuerpo disminuye su peso en veintiun gramos.
Mis dos hijos son quienes más me exponen a la realidad de los años que se han ido; siempre me parece que "apenas ayer" eran unos bebés regordetes que hacían babitas y a duras penas balbuceaban "mamá". Hoy mi hija es físicamente una mujer (a pesar de que apenas va por los trece), hermosa por donde la veas, segura, inteligente y... con novio. Sí, cada que la veo en bikini o que me platica del tal noviecito siento que envejezco un lustro. Y es que en realidad no percibo que todos esos años que la han traído de mis brazos a este punto hayan pasado por mí también. Por supuesto que no prentendo que las arrugas y las canas no me delaten, pero tampoco siento que mis treinta y seis sean el titipuchal de años que, cuando miro a Ana, parecen ser. En realidad me siento como de veintiocho, más-menos; sí, culpen al optimismo.
Por otro lado, mis padres, cada vez con más achaques, un poquito más viejos igual que yo pero a ellos se les empieza a notar de manera acelerada. Los amigos que hace mucho que no ves y de repente te encuentras pelones o canosos o con los cachetes colgados; entonces pienso si ellos me verán igual y me entran las ganas de pegarle un tiro al tiempo.
Y es que siempre lo voy persiguiendo y al mismo tiempo huyéndole, tratando de encontrarle el chiste a esa persecusión dual e interminable, intentando vivirlo a tope pero casi siempre sumida en recuerdos o inventando presentes paralelos.
Ahora bien, si Dios me regalara la manivela para hacerlo avanzar o retroceder a mi antojo una sola vez, creo que tampoco sabría muy bien qué hacer. Hay momentos que desearía volver y volver y volver a vivir, pero tampoco quiero renunciar a lo que vivo ahora mismo por mucho que me queje y me sienta una estúpida mártir eterna de las circunstancias. Es complicado, pero todo en mí lo es, hasta el tiempo que es lineal y no tiene mayor chiste que un ayer, un hoy y un mañana todos los días de la vida.

El día que volví a nacer


Hoy se cumple otro año más de uno de mis muchos renacimientos. Un día como hoy, hace dos años, me despedí de una parte de mí con la que tuve muchos conflictos, pero que sin embargo, me dio dos de las experiencias más maravillosas que he tenido en esta vida.

Hace un par de años renací en la femineidad y le dije adiós a todo lo que me estorbaba. Le di la bienvenida a un estado físico, mental, emocional y hasta espiritual mucho más sano y aunque ha tenido sus altas y bajas, en resumen ha sido mucho mejor de lo que esperaba.

Es lindo ser mujer y mejor aún es sentirse plena.

Definitivamente hoy es un día para celebrar.

¡Gracias Dios por darme otra oportunidad de renacer!

sábado, 13 de marzo de 2010

Mujer de Paz

Una mujer de paz:
  • No es la que no tiene problemas e inquietudes (o pretende no tenerlos).
  • No es la que pone el mundo de cabeza con tal de que todo esté bien.
  • No es la que se desvive para que sus seres queridos tengan paz a su alrededor.
  • No es la que pretende no sentir cuando el mundo la lastima.

Para mí, la mujer de paz es:
  • Aquella que busca la ecuanimidad en medio de la tormenta.
  • La que acepta que el mundo vive en un constante vaivén entre lo bueno y lo malo.
  • La que entiende que el camino de la vida para cada ser es individual y sabe que a veces puede ayudar y en otros momentos, la paz les viene por medios distintos a los que ella pueda proveer.
  • La que se duele y llora, pero al final perdona porque ama.

jueves, 11 de marzo de 2010

When we dance

Una carretera serpenteante, oscuridad, clandestinidad. Huíamos de tu vida, de tus espacios, de tu mujer. Escucha esto, me dijiste, y pusiste play en el discman conectado a la casetera de tu auto, el último recurso tecnológico del momento. Las notas emergieron y tú buscaste mis ojos porque sabías que la humedad se les había colado en la segunda corchea.
Fue inevitable. La rola me cautivó por su belleza propia y también, quizá, porque decía lo que, también quizá, yo quería gritarte:

She won't love you like I love you, she won't care for you this way, she´ll mistreat you if you stay...




Las vueltas de la vida me pusieron del otro lado en otro tiempo y con otra persona.
La canción me regaló una pequeña revancha.

2012

Cuando tenía siete u ocho años hacía una y otra vez la cuenta de los que alcanzaría a cumplir antes del año dos mil. Veintiseis era la respuesta y en ese entonces me parecía una edad bastante razonable para morir en el "fin del mundo" anunciado para la llegada del nuevo milenio. Los años corrieron, la fecha llegó y ninguna catástrofe apocalíptica asomó las narices a pesar de todo lo que se dijo. Han pasado diez años y nuevamente los rumores sobre un armagedón empiezan a manifestarse. Que si las profesías de Nostradamus, que si el Libro del Apocalipsis, que si el calendario Maya, que si la alineación de la tierra con el sol y el centro de la galaxia, que si el calentamiento global, que si el tránsito de Venus, que si las visiones de Leonardo Da Vinci y un largo etcétera.
Cuando trato de analizarlo desde la práctica nulidad de mis conocimientos astrónomo/astrólogo/bíblico/alquimio/ecológicos (lo que me deja disponible únicamente el sentido común, las corazonadas y mis deseos personales), llego a dos mitades divergentes de conclusión.
Por un lado, creo que tiene mucho sentido toda esa onda de los mayas y su sabiduría astronómica probada y comprobada por la ciencia moderna; el que sabios antiguos hayan predicho con exactitud asombrosa eclipses y demás acontecimientos estelares a cientos de años en el pasado, y toda esa parafernalia de comprobación mediante métodos científicos actuales de la autoridad que los mayas poseían en esta materia, me hace creer que no es muy factible que sus calendarios comiencen a mentir justo ahora que empieza a vislumbrarse el solsticio de invierno del 2012. Eso por el lado de los mayas, pero esta cultura antigua no fue la única en predecir un final violento para los tiempos del hombre sobre la tierra. La Biblia propone antecedentes trágicos y cataclísmicos a la batalla final entre el bien y el mal, acontecimientos que parece que vemos noche a noche en los noticieros, y a los cuales tristemente nos hemos acostumbrado al punto de que ya no parecen tan extraordinarios (si cada dos días hay un terremoto con saldo de cientos de muertes, deja de ser un hecho aislado y sorprendente, igualito que los decapitados y encajuelados en Ciudad Juárez). No sé, todo esto me lleva a pensar que en realidad nos está tocando el cierre de un ciclo, por macabro que parezca.
Por otro lado pienso que nada de esto existirá en realidad, o por lo menos no tan pronto; quiero pensar que aún hay esperanza y que cuando abramos los ojos el 22 de diciembre del 2012 todo seguirá tan normal como el primero de enero del 2000, a pesar de tanta especulación y tanto programa apocalíptico en el History Channel
De cualqueir manera debo reconocer que este asunto me pone nerviosa y aún estoy definiendo mi postura final al respecto.

martes, 9 de marzo de 2010

Mujer

Durante muchos años ser mujer significó más un problema o un obstáculo, que una bendición. Vi atrás y me di cuenta que las vidas de mujeres cercanas en mi familia, empezando por mi madre, habían estado llenas de dificultades e injusticias.

Esa imagen de la mujer sufrida que representó tantas veces Marga López en las películas del cine de oro mexicano fue durante algún tiempo una especie de espejo de un probable futuro.

"El marido te va a dejar por otra más joven que tú o si bien te va, te pondrá el cuerno toda la vida con cuanta fulana se le ponga enfrente, esa es tu cruz".

"Te harás pedazos por tus hijos, sacrificarás por ellos tu juventud y salud y al final, ellos ni se acordarán que los pariste".


"En el trabajo se aprovecharán de ti porque eres mujer y eso significa que eres inferior".


"Si quieres conseguir el trabajo o la promoción, debes hacer algunos favores".


Por si esto fuera poco, también hay que cargar con las inestabilidades emocionales, físicas y mentales que traen los ciclos hormonales propios del género.

Cuando supe que tenían que hacerme una histerectomía mi mamá me dijo que seguramente yo misma me provoqué toda esa problemática porque nunca acepté haber nacido mujer con todo lo que aquello conllevaba. Al principio me enojé y después pensé que tal vez tenía razón.

¿Quién diablos quiere ser mujer si tiene que cargar con tantas desventajas?

Pero nada en este mundo sucede sin que obtengamos algo a cambio. Yo perdí mi útero pero finalmente entendí y acepté que ser mujer es una condición como cualquier otra, con cosas buenas y no tan buenas, con ventajas y desventajas, con similares y opuestos que ayudan a dar un poco de equilibrio al universo.

Y lo mejor de todo es que hasta el momento, las vidas de esas mujeres en mi pasado y las de aquellas que interpretó la buena y abnegada Marga López, no se parecen en nada a la mía.

Dios me puso en el camino a un buen hombre y uní mi vida a él por elección propia, con plena consciencia y por amor.

Elegí convertirme en madre, y Dios me prestó dos niños maravillosos.

Tengo un trabajo maravilloso con grandes compañeros y jefes, donde siempre tengo oportunidades para desarrollarme y de hacer las cosas que más me gustan sin descuidar otros aspectos de mi vida.

Tengo a mis padres y Dios me dio un par de maravillosos suegros que me han tomado bajo su ala como una hija más.

Tengo amigos y amigas extraordinarios que siempre que he necesitado, han estado para mí.

Tengo y he tenido mascotas extraordinarias y cariñosas que más que compañeros, han sido miembros de mi familia que han llenado mi vida con amor y
compasión.

Con estas capacidades propias del género femenino he sido capaz de hacer cosas extraordinarias y que no dejan de maravillarme.

Tengo un techo y vestido para protegerme.

Soy capaz de admirar la belleza del trabajo de otros.

Soy capaz de conmoverme hasta la médula cuando escucho a los niños, cantar canciones para Dios.

Y al final... también soy capaz de agradecerle a Dios haberme hecho mujer.

Nunca es tarde cuando todavía te queda un aliento en el pecho.