lunes, 17 de octubre de 2011

Lo que nunca debimos saber

Alma. Sueños. Rostro. Piel. Cuerpo. Todo. Roto. Miles de trozos. Míos. Tuyos. Nuestros. En el suelo. En el pantano. Sangre y lodo uno solo. Llanto y rabia y miedo y todo lo que cabe en la punta de una bota que no para, que se incrusta en nuestra carne una y otra y otra vez. Fue tu sangre, queridita mía, pero también la que me corre dentro se derramó. También fueron mis ojos los que lloraron. Los que lloran. Los que no paran. Te quiero tanto, hermosa. Hoy sé que debo decírtelo a cada instante, que debes saberlo, que debiste saberlo siempre. Hoy sabemos lo que no sabíamos, lo que nunca imaginamos siquiera, lo que nunca debimos saber, lo que nadie nunca debería. Hoy sabemos todos tantas cosas tristes. Mañana deberemos saber de esperanza y luz y fuerza, de esa fuerza que sale del fango. Hoy no podemos porque estamos rotos pero pronto estaremos de pie. Otra vez. Juntas. Juntos. Por ti, queridita mía.

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