jueves, 29 de mayo de 2008

Esa tarde


¿Sabes? Hace mucho que no lo recordaba pero de unos días para acá aquel momento parece perseguirme y yo me dejo alcanzar sin dudarlo.

Creo que el momento decisivo para que tú y yo estemos aquí hoy, compartiendo vida y aliento en este mundo, fue ese en el que descubrí la calidez de tu pecho enmedio de un fugaz abrazo de cumpleaños al pie de esos tres escalones negros. Antes de eso eras alguien más, como tantos con quienes se cruza un saludo, como tantos con quien se trabaja una tesis; después de eso te convertiste poco a poco en la señal inequívoca de que mi corazón aún podía latir, de que no debía resignarme a ser la sombra perenne de una mujer amada sino que debía luchar por ser una de verdad.
Esa tarde te toqué, te olí, te vibré y, aunque en ese momento aún no lo sabía, comenzaste a habitarme. Esa tarde comenzó la aventura del nosotros. Esa tarde fue la profecía de lo que nuestros brazos harían cada noche desde entonces y hasta siempre. Esa tarde comenzó el fin del maleficio. Esa tarde se volvió más fácil respirar.

No hay comentarios: