Ser Madre es la responsabilidad más grande que existe, pero también es la gracia más divina.
Privilegio como este aparentemente puede gozarlo cualquier mujer, pero no es verdad.
¿Cuántas vagan por el mundo llorando la pena de tener un vientre estéril? ¿Cuántas más, en cambio dan a luz de forma irresponsable?
Ojalá esas que tenemos el privilegio de haber traído hijos al mundo, cobremos consciencia de que ser madre no sólo es parir, no sólo cambiar pañales, dar de comer o enseñar a ir al baño; que los hijos crecen y que con cada etapa de sus vidas sus necesidades también cambian, que necesitan una compañera de juegos y una consejera, que si bien es cierto necesitan disciplina, también necesitan mimos. Necesitan un envase donde vaciar aquello que llena su corazón infantil, hasta que llegue el día en que encuentren un nuevo espacio donde hacer nido, ese espacio que por ley de la vida, está lejos de ese seno que fue su primer refugio.
Goza a tus hijos mientras estén a tu lado. Vive cada día como día de las madres y guarda en tu corazón esos recuerdos porque serán tus compañeros cuando ellos se hayan ido.
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