Hace poco leía en Facebook el estatus de Yomara, una mujer de mi edad, ama de casa, recién separada por decisión propia (y sin que nadie más que ella comprenda el motivo ya que su familia era ejemplo de felicidad y bienestar), en donde expresaba el estrés "insoportable" que le generaba el preparar una fiesta de cumpleaños para uno de sus hijos. Mi primera reacción fue de desprecio, ¿cómo puede nadie morirse de estrés por preparar un festejo infantil? ¡Vamos! Ya quisiera yo que algo tan simple como eso fuera el origen de las presiones que me agobian. Después reflexioné y me imaginé que María Asunción Aramburuzabala pensaría lo mismo si tuviera acceso a mi problemática diaria. Sonreí sintiéndome tan estúpida como consideré a Yomara momentos antes.
Y es que es tan fácil sentir que te ahogas en medio de las cosas que no van bien, de las malas noticias, de la falta de lana, del exceso de trabajo, de la falta de inspiración, de la ausencia lascerante de sexo, de las broncas diarias con la hija puberta, del corazón roto y vuelto a romper, de la muerte de algunas ilusiones, de la "culpa" del "sufrimiento" del tío Rubén, de la dolorosa sensación de aislamiento y falta de confianza que percibe la madre, de la responsabilidad de la armonía de la familia de origen y anexos (léase tíos, primos, sobrinos, etc.), de la frustración diaria ante la falta de resultados a pesar de que el trabajo es intenso y desgastante, del peso absoluto de la sustentabilidad de tantas familias sobre los hombros, de la resignación que a veces no llega o no quiere quedarse, de la incertidumbre sobre la renta de la casa, de la cancelación de planes y anhelos, de las procupaciones diarias sobre las broncas operativas de la empresa, de la lucha incesante y casi siempre perdida contra el tabaco.
Sin embargo, aún en medio de esta letanía que puede parecer abrumadora, reconozco que hay personas que darían la vida porque mi cruz fuera la suya en lugar de un hijo enfermo o secuestrado o muerto (pienso en Silvia Escalera y entiendo que no tengo derecho a quejarme), en lugar de la ausencia absoluta de alimento o medicinas para una madre o un padre, en vez de soportar extorción e incertidumbre cada día de la vida.
Sí, en el fondo sería la Yomara de mucha gente, así que retiro lo dicho y le concedo el pleno derecho de sentir la muerte por estrés a causa de una fiesta infantil, y sigo trabajando en aceptar mi día a día con todos sus contenidos auque a veces sienta que no soportaré uno más.
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