lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Para qué soy buena?


¡Excelente nueva la de hoy! Finalmente he descubierto algo para lo que soy realmente buena, tal vez la mejor del país, o quién sabe si no hasta del mundo.

¡Caray! Durante años busqué sin éxito la respuesta a esa pregunta que me ha rondado el pensamiento sin descanso: ¿hay algo en lo que pueda ser la mejor?; durante años y años la tuve frente a mis ojos y no fui capaz de verla. ¿Tonta? ¿Ciega? ¿Las dos cosas? ¿Ninguna de las anteriores? Creo que todas juntas.

Hoy fui capaz de entender esa verdad, de olerla, de verla, de tragármela y sentir cómo se convertía de nuevo en un vacío a mitad del pecho que empieza pequeño como una nuez pero que de a poco va creciendo hasta llegar a ser un "todo" negro que tiene en mis ojos el efecto de un picar perpetuo de cebollas y que rodea mi corazón, lo aprieta como una garra inmisericorde y lo exprime hasta volverlo adolescente de nuevo con todas las penurias que en mí, eso conlleva.

Hoy descubrí que soy buena para tropezar una y mil veces con la misma piedra. Hoy descubrí que soy buena para llorar eternamente por la misma estupidez aunque la pinte de colores distintos cada día. Hoy descubrí que soy el eterno patiño en la tragicomedia de este lado de mi vida. Sí. Soy muy buena para mirar de lejos, para llorar en silencio, para pasar desapercibida con todo y mis sentimientos. Soy una extraordinaria constructora de castillos de aire y papel, una laureada arquitecta de pendejadas monumentales.

Finalmente he comprendido: soy buena, muy buena para algo... aunque sea para toda esta mierda.

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