jueves, 12 de agosto de 2010

Hoy... sin la venda en los ojos.

De un mes a la fecha me he estado reencontrando con gente de antes, con antiguos compañeros de vida. Fugaces unos, otros no tanto. De frente en una mesa de café, por teléfono, por Messenger, por Facebook. En general todos ellos fueron gratificantes. Todos menos uno.

Varias veces he hablado aquí sobre ese amor de juventud que me marcó por años y años. Con bombo y platillo puedo decir hoy que nada de eso queda ya. Parece que el tiempo se encargó de hacer eso que todos te dicen cuando traes mal de amores: todo lo cura, todo lo borra. Sé que puede parecer estúpido que venga a decir esto hoy, a casi veinte años de distancia; entonces sólo hay que recordar que soy un ser de pasados, que los atesoro y no los dejo ir tan fácilmente. Hace un par de semanas dejé en un par de fotos que me encontré en Facebook, todos los recuerdos: los buenos, los malos, los más o menos, los dolorosos, los eufóricos. Por primera vez en mi vida entendí lo que mis amigas se cansaban de decirme. La venda se me cayó de los ojos y pude percibir aquello que siempre me negué a mirar. Empecé a preguntarme entonces: ¿De quién estuve enamorada?, ¿a quién le permití mostrarme el amor con sus encantos y desencantos?, ¿a quién le regalé la primicia de mi piel?... ¿A él? ¿Al que aparece en esas fotos recientes? ¡No quiero! Preferiría seguir pensando que era un tipo simpático, guapo, sencillo y sensible, con ojos y boca de niño, con sonrisa de campo y manos de alquimista. La realidad me desagrada porque por primera vez lo veo como todos los demás lo vieron siempre... como era su esencia, sin todos esos oropeles que mis ojos nuevos y enamorados le adjudicaban en cada mirada.

Hoy puedo agradecer el sentirme finalmente liberada de él, pero ha empezado a dolerme la crudeza de la realidad, el fin del sueño, la caída de las murallas de ese recordar selectivo que tuve que construírme en torno a él para no sentir que mis primeras veces fueron un desperdicio porque las deposité en la persona incorrecta. Finalmente no sería yo si la historia tuviera un final feliz... esos no son para mí.

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