miércoles, 11 de agosto de 2010

¡Terapia!

Ayer comencé terapia Gestalt. Una nueva experiencia. Un nuevo modo de intentar solucionar las intermitencias y los dolores de siempre. No sé si funcionará pero quiero intentarlo. Igual nada pierdo pero lo que puedo ganar creo que es importante. Quiero encender la luz, sentir que puedo, que quiero, que me quiero. Y es que eso de querer querer... me, me ha acompañado tanto que he llegado al punto en el que no parezco querer otra cosa, lo peor, no parezco lograr nada distinto, y así se me van quedando las letras en el tintero, las notas en el piano que no tengo, las viejas querencias junto a las nuevas, y lo peor de todo, la sensación de que la vida llega a la mitad y nada ha sido suficiente... nunca.
La primera tarea es escribir una auto biografía. ¡Menuda cosa para un intento de letruda como yo! Me emociona y me asusta a la vez. Si logro algo medianamente aceptable lo compartiré acá, si nunca llega es porque el adefesio superó mis propias expectativas siempre malas y tristes. La segunda tarea es la sinceridad a b s o l u t a, y no con el terapeuta, conmigo misma. Cuando lo pienso me aterra, abrir la boca para que salga por ella todo lo que sé que guardo y que a veces no puedo confesarme ni siquiera en silencio... no es cosa sencilla, pero algún precio hay que pagar por encontrase, por liberarse. La tercera tarea es el asumir la responsabilidad de mi propia vida, o sea dejar de endilgarle los milagritos a los santos incorrectos; acá la única responsable de cada cosa que siente, quiere, piensa o sufre, es su servilleta. Así que de ahora en adelante soy la única "santa" en cien kilómetros a mi redonda.
Finalmente no sé si sea un grito de auxilio en la dirección equivocada, pero creo que hacer algo es mejor que seguir esperando el amanecer de un día en el que la plenitud me acompañe a pesar de mis propios pesados pesares.

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