sábado, 8 de octubre de 2011

Los prietitos en el arroz o los acuerdos que nunca llegaron

Comencé a escribir esta entrada sintiéndome bastante molesta. Los prietitos en el arroz son inevitables y sin embargo y a sabiendas de su existencia, han logrado a lo largo de los años sacarme de mis cabales.

Escribí lo que en el momento me palpitaba en las venas y en lugar de publicarlo decidí programar su publicación para otro día... quien sabe, tal vez el tiempo me daría la calma para escribir algo más sensato.

El viernes fue el día de los desacuerdos. Desde las primeras horas de la mañana, hasta algo así como las nueve de la noche, desacuerdos en pequeñas y grandes cosas fueron la constante que me empujó a cuestionarme si en algo ha valido la pena lo que he trabajado durante los pasados meses.

Sé bien que pensar siquiera en que siempre habrá acuerdos con toda la gente que nos rodea es no sólo iluso, sino tonto. 

Los desacuerdos son parte de las relaciones y son precisamente los que enriquecen el mundo, sin embargo hay desacuerdos que duelen y que marcan, más cuando has perdido la batalla al defender lo que crees.
Hace poco uno de mis maestros me dijo: ¿Qué prefieres: tener la razón o ser feliz?
Supongo que la respuesta correcta es la segunda, así que si es lo que prefieres, ¡qué diablos importa si otro no piensa lo mismo que tú!

Llevo un par de meses trabajando en un proyecto que me acaban de tirar. Era un proyecto grande que me llenaba de ilusión y al saber que se había cancelado me pregunté si fue porque no supe vender bien la idea.

Seguramente con el paso de los días sabré la verdad y esa verdad probablemente no tendrá nada que ver con mi poder de convencimiento o con una imposibilidad de alcanzar acuerdos en las cosas que son importantes para mí.
Ni modo... hoy me iré a dormir sabiendo que no siempre puedo lograr lo que quiero.

¿Cambiará esto en algún momento?

Un abrazo con aprecio.

4 comentarios:

La lunática dijo...

Vaya una disculpa por la parte que, intuyo, me toca por haber expresado mis pensamientos luego de recién releer el discurso de Stanford y que despúes descubrí que no coincidían del todo con los tuyos. Lo único que puedo decir en mi descargo es que nunca hubo intención de hacerte pasar un mal momento.
Un abrazo con cariño

Tu tocaya

Anabell dijo...

No te preocupes, hay días complicados y como tú, lo que hice con ésta y las otras entradas fue expresar mi sentir.

Cuando me referí a mi molestia fue porque sentí perdido el tiempo y el esfuerzo de dos meses de intenso trabajo que me fueron comunicados el viernes por la mañana cuando llegué a la oficina.

Lamento que esa referencia la hayas sentido como algo personal al resultado de la entrada que escribí anterior a la tuya.

Simplemente las cosas coincidieron.

Así es la vida.

Te mando un abrazo con aprecio también.

Besos.

La lunática dijo...

Si, caray. Hay días que las cosas coinciden para generar cosas no muy agradables. Espero de corazón que todo marche mejor y que pronto vengan proyectos nuevos con exitosos finales. Y bueno... de mi parte, ya sabes... de repente se me da meter la pata pero eso no significa que no te quiera.
Abrazo

Anabell dijo...

Bendito Dios ya es otro día y a la luz, uno comienza a ver que las cosas no son tan desastrosas como se vieron antes. Ahora estoy segura de que esto está pasando para algo mejor de lo que había trabajado.

Y como dicen por ahí: Donde se cierra una puerta, se abre una ventana en otra parte.

No te preocupes amiga, yo sé lo que sientes por mí. No siempre las cosas pueden ir en la misma dirección aunque lo queramos; y pues si se trata de meter la pata, pues yo también soy parte de ese club, jejejeje.

Te mando un abrazo apretado.

Besitos tronados.

P.D. Yo también te quiero un resto y dos montones. =D