Ayer supe de ti y de tus ojos cansados, de tu piel marchita, del abandono al que te has sometido. Supe que poco queda de tu cintura y de aquel brillo que salía de tu sonrisa.
Ayer supe de ti y me ha dolido saber que toda la felicidad que te he deseado siempre, es una quimera.
¡Qué lástima! ¡Qué pena!
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