martes, 2 de diciembre de 2008

Ger

Sigo creyendo, Ger, que eres mi pequeño. Tal vez lo siga creyendo el resto de la vida, pero eso no significa que pretenda tratarte de esa manera. Cada día me demuestras tu madurez y tu grandeza cuando te enfrentas a los más importantes retos de tu vida y sales airoso ganes o pierdas, cuando concentras todas tus fuerzas en un salto, en una patada, en un examen, en una sonrisa. Me maravilla tu capacidad para enfrentar tus miedos y vencerlos, me encanta cuando das un paso al frente si tu maestro solicita voluntarios para enfrentar a ese niño cinta negra que pega como un mastodonte. Adoro tu jovialidad, tu risa fácil y contagiosa, la capacidad que aún conservas de sorprenderte ante lo más ínfimo, tu solidaridad, tus rezos, tu bondad, tus ojos que se hacen chiquitos cuando ríes y grandes cuando estás serio.
Pero, ¿sabes, Ger? Lo que más adoro es cuando me abrazas en la noche, antes de dormir, cuando me pides que me quede y te cuente una historia en medio de la oscuridad, cuando comprendes que he tenido un día difícil y me pides que sólo escuche alguna que tú has inventado. Amo tus bracitos al rededor de mi cuello y tus vanos intentos por hacerme cosquillas.
Sé que esta etapa no durará mucho, que pronto empezarás a probar tus incipientes alas y que cuando eso suceda comenzaré a enfrentar los mismos miedos que me atacan con tu hermana; pero mientras ese día llega, seguiré jugando Wii contigo aunque no me guste, tirándote penales para que seas Oswaldo o Calero, contando cofres del tesoro en el juego de mesa que te regalaron Alejandro y Andrés, soportando que siempre me ganes en el bakgamon y en el UNO, viendo las películas de Harry Potter y Piratas del Caribe hasta el hartazgo, y todo aquello que quieras compartir conmigo... porque no importa lo cansada que esté ni las ganas de tirarme a la cama para dormir un poco, porque nada es más importante que tú, mi pequeño, mi luz, mi Ger.
Te amo, hijo.

1 comentario:

Anabell dijo...

He aquí otra mujer con verdadera vocación de madre.

Te admiro y te felicito amiga mía porque si en el mundo hubiera más mamás como tú, seguramente en la calle habría más gente que construye y no que destruye.

Te mando un abrazo con mucho cariño.