sábado, 20 de diciembre de 2008

Oye mi canto

Diciembre, mes de villancicos y buenos deseos.

Esta semana fueron los conciertos de navidad en el colegio de mis hijos. Este fue el primer año que no estuvieron juntos porque ahora pertenecen a secciones diferentes del instituto.

El primer concierto, el de Andrés, fue como todos los que habíamos presenciado hasta entonces, sólo canto. El de Alejandro fue con la flauta como instrumento de interpretación además del tradicional canto.

Como siempre me emocioné y lloré. Sus dulces y tiernas voces transmiten tanta pureza y tanta paz, que pareciera que vivimos en el cielo cerca de Dios.

Este fue un concierto especial porque además del significado tradicional del momento, significó un logro en la vida de mis hijos, especialmente en la de Andrés.

Desde hace nueve meses que mi hijo ha asistido a terapia de lenguaje y este lunes fue dado de alta.

Todavía queda algo por trabajar con él para que pueda alcanzar el nivel que cualquier otro niño de su edad tiene al hablar, pero me siento feliz de sus logros y orgullosa de su esfuerzo por alcanzar la meta de poder expresarse con claridad. Estoy segura que pronto lo logrará y que seguiré escuchando su canto en todos los rincones del hogar.

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