miércoles, 24 de diciembre de 2008

Sólo tienes que estar en el lugar indicado

Este ha sido sin duda un año tremendamente enriquecedor porque he podido vivir en la práctica que la felicidad también se encuentra en los momentos de perturbación si es que los enfrentamos con valentía y sobre todo con fe.

Entendí que los afectos no tienen una forma, color ni dimensión específicos; que todos expresamos el cariño de formas diferentes y que no es posible poner en la balanza lo que no se puede pesar ni medir. Hay que recibir de los seres queridos lo que te dan, como te lo dan porque por sí sola cada cosa que sale de su corazón, tiene un valor inconmensurable.

Dejé de lado la búsqueda del perfeccionismo para poder disfrutar de los regalos que otros que están en condiciones distintas a la mía, me ofrecen día a día en el proceso de crecimiento comunal. El trabajo en equipo resultó más enriquecedor de lo que creía.

Admito abiertamente que todavía me cuesta trabajo ver con caridad cristiana a quienes me caen mal y que peor aún, no tengo intenciones de que eso cambie... bueno, ya dije que abandoné la búsqueda del perfeccionismo en aras de aceptar que soy humano y que tengo mis debilidades. Tal vez en el camino que me falta por recorrer encuentre una experiencia que me ayude a superar dichas debilidades humanas.

Lo que sí puedo decir a un año de distancia es que sigo construyendo mi escalera al cielo y creo estar en el lugar indicado para hacerlo.

¡Felices Fiestas!

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