Ana crece. Usa, a veces, un tacón pequeño y pinta a diario sus ojos con una rayita azul en el borde de sus párpados inferiores. Sonríe mucho y canta todo el tiempo. Usa jeans entalladitos y blusas de mucha moda. Escucha música siempre y de muchos tipos. Lee novelas de amor en varios idiomas.
Ana crece. Llora a veces. Pocas. Parece entender, a sus catorce, de lo que se trata la vida y va por ella ligera, sonriente, con luz en los ojos. Defiende sus ideas. Nunca se queda callada. Se levanta más temprano que todos y abre la puerta a Lucas para que salga a la pis. Lo regaña y lo consiente.
Ana crece y ama. Mucho. Se mira al espejo. Sabe de su hermosura y disfruta su reflejo, pero no se envanece de más. Sabe que ella no es sólo belleza física. Sabe que lo más grande que tiene está en su pecho y en su cabeza. Hace planes para el futuro. Se avienta al ruedo. Siempre.
Ana crece y comprende que ningún dolor es eterno, así que, cuando algo le duele llora poquito y después vuelve a sonreír. Corre a mis brazos aún, y me canta y me cuenta.
Ana crece y es mi alegría. Toda. Siempre. Cada día.
2 comentarios:
Eso se llama disfrutar de la vida. Un gran ejemplo. Muuuuchas felicidades por esta hija que Dios te dio.
Besitos =D
¡Gracias! Mi nena es un gran orgullo y una bendición :)
Publicar un comentario