Por cosas de la vida mayormente me ha tocado jugar el rol de ave de paso en diversos ámbitos sociales. Por mucho tiempo eso no me importó, pero nunca falta lo que te hace cambiar de opinión.
Cuando estudiaba en la universidad se vino un tiempo de crisis económica que hizo que muchos de mis compañeros abandonaran el barco por falta de recursos. Prácticamente viví la mitad de la carrera en la cuerda floja porque mi grupo se iba a cerrar si no se mantenía un mínimo de estudiantes.
Un día, mi mejor amiga llegó a decirme que necesitaba hablar conmigo y recuerdo que en esa conversación me dijo que iba a dejar la escuela, que había hecho lo posible por permanecer pero que ya su situación era insostenible y que no le quedaba más que salir y esperar volver cuando los tiempos fueran mejores. "Tú eres una de las razones por las que no me fui antes", me dijo.
No puedo explicar en resumidas cuentas el significado de esas palabras, pero me dejó claro que por primera vez en mi vida eché una raíz y que el pago por el cariño y el apoyo recibido merecía una retribución en la misma medida.
Sé que no se ve bien que sea yo quien lo diga pero si alguien hay leal en este mundo esa persona soy yo. Probablemente no soy la octava maravilla del mundo, pero sé que valgo mucho. Mi problema es que confundo la lealtad con dar hasta lo que no tengo y dejar pasar cosas importantes, todo con tal de permanecer al lado de los que me importan por si acaso me necesitan.
Hoy estoy frente a una nueva oportunidad que no tengo idea todavía a donde va a llevarme pero sé que empezará por alejarme de ciertos lugares y quizá de ciertas personas que han significado grandes cosas en mi vida y aunque eso pueda doler, no me va a detener.
Seguiré siendo leal, pero ya no más allá de mí misma ni de mis necesidades. Estoy segura de que quien me quiere lo entenderá y permanecerá a mi lado sin importar nada más.
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