martes, 10 de marzo de 2009

Iron Maiden y mi historia de amor

Como muchas historias, la mía vio la luz gracias a un pequeño momento de determinación. Esos que se presentan con frecuencia pero que generalmente no hacen la diferencia porque nosotros mismos no hacemos algo al respecto.

Era agosto de 1998 y yo estaba recién llegada a una reconocida empresa del ramo de la tecnología, rodeada de desconocidos que poco a poco dejaron de serlo.

“La Banda” es un grupo de compañeros de trabajo que empezaron a reunirse a la hora de la comida y que, a fuerza de convivir todos los días, llevaron la relación amistosa fuera de los muros de la empresa.

Yo que nunca antes fui un ente social, traté de mantenerme al margen de sus actividades y eventos, aunque sí los acompañaba a comer y me enteraba de todo cuanto hacían y de lo divertido que lo pasaban. Fue durante una de esas comidas que se afinaron los detalles para la reunión en donde despedirían a mi mejor amiga de la universidad (una de las dos personas que conocía de tiempo atrás), ya que dejaba la empresa para irse a vivir un tiempo a Florencia, Italia.

Nunca antes había ido a una reunión sin mi novio (de aquel entonces) así que les dije que haría lo posible por asistir aunque por dentro sabía que no iría porque mi novio no me acompañaría.

Esa noche llovió a cántaros, cosa que me dio el pretexto perfecto para justificar mi ausencia en aquella reunión, pero mientras veía la televisión me debatí entre la posibilidad de seguir con mi plan de quedarme en casa o animarme a hacer algo distinto.

¡Qué diablos! ¿Por qué no?

Tomé las llaves de mi coche y salí de casa sin saber que aquella noche se dispararía la aventura de mi vida.

Lo difícil para mí siempre ha sido dar el primer paso, iniciar el contacto pero una vez superada la primera resistencia, generalmente me muevo como pez en el agua.

-¿Y eso?- le pregunté a Alex señalando un disco que le mostraba a Toño- ¿Quiénes son?- Pregunté interesada al ver algo familiar en esa macabra portada.
-Iced Earth, pero no los conoces- respondió sin darle importancia a mi pregunta-. Es metal.
-¿Son como Iron Maiden?
-¿Conoces a Iron Maiden? – preguntó sorprendido por mi comentario.
-Pues sé que existen y que tocan metal.

Había dicho las palabras mágicas, definitivamente había atraído su atención.

A partir de ese momento, Alex y yo comenzamos a compartir nuestros gustos musicales y con singular alegría descubrimos que nos interesaba lo mismo: Queen, The Police, Genesis, Peter Gabriel, The Beatles, Pink Floyd, Duran Duran, entre muchos otros que por el momento escapan de mi memoria.

Un año más tarde, Alex y yo nos casamos.

A medida que el tiempo pasó, fui conociendo el mundo del heavy metal y a sus representantes más icónicos. Confieso que no fue fácil, pues son sonidos difíciles de digerir y sus temas pueden ser complicados así que me fui por lo fácil. Los primeros temas que me gustaron de Iron Maiden fueron los instrumentales. De algún modo, desarrollé alguna antipatía por la voz de Bruce Dickinson porque me parecía innecesariamente gritona. Fue así que por principio de cuentas me hice fan de lo instrumental como “Transylvania” y “Losfer Words (Big 'Orra)”.

Llegado el 2001 Maiden hizo su gira “A Brave New World” con Bruce de regreso, evento al que por supuesto no podíamos faltar.

Inocentemente pregunté si tocarían Transylvania pero esa era una rola que no venía en el “set list” así que me limité a escuchar y a seguir la corriente a los metaleros que se reunieron a ver a Queensryshe, a Rob Haldford (del que conocía aquella rola “Breaking the Law” que cantaba con Judas Priest) y a Iron Maiden en el Foro Sol de la Ciudad de México.


A pesar de mi poco conocimiento de la música, la experiencia fue genial y en gran medida se lo debo a mis compañeros de concierto, mis amigos de la banda (por supuesto mi marido incluido). Salí de aquel concierto con una playera, una gorra, el poster de la gira y esta portada que me acompañó como "wall paper" de mi computadora por mucho, mucho tiempo.

Pasados los años me fui familiarizando con el tema y aprendí a apreciarlo en toda su extensión. Conocí a bandas de estilos inspirados en el metal como: Dream Theater con su metal progresivo y Rhapsody con su metal sinfónico y mientras más escuché, más me enamoré del género por la belleza de su música y por lo profundo de los temas que tratan en sus letras.

Y hablando de letras, mi más grande admiración en este rubro es para Steve Harris (bajista y fundador de Maiden), bueno, por eso y porque tiene una cabellera fenomenal!!!


Admiro su capacidad para tratar tan acertada y bellamente temas que hablan sobre lo que cualquiera puede sentir respecto el miedo a la obscuridad en “Fear of the Dark”, la emoción y el valor que vive un piloto de la Segunda Guerra Mundial en “Aces High”, la moraleja que deja la historia de terror del anciano marinero que mata a un albatros en “The Rime of the Ancient Mariner”, la batalla de la caballería inglesa contra la rusa en la guerra de Crimea en “The Trooper”, la pesadilla de Harris en “The Number of the Beast”, las vivencias de los habitantes blancos de Estados Unidos luchando por eliminar a los indios nativos americanos en “Run to the Hills”, las emociones encontradas y en algún punto esperanzadas del condenado a muerte en “Hallowed be thy Name”, la historia de Erik causando terror en el “Opera House” de París en “The Phantom of the Opera” entre otras muchas y maravillosas canciones que han salido de su ingenio, sensibilidad, creatividad y conocimiento de la historia universal.

¿Cómo no amar y admirar a Iron Maiden cuando me ha dado la oportunidad de experimentar tantas y tan variadas emociones que sin duda me han llevado a la reflexión sobre lo que mueve al género humano?

¿Cómo no amar a Iron Maiden cuando le ha dado tantos momentos de alegría y reflexión al hombre que se ha convertido en el compañero de mi vida?


¡Gracias Steve Harris, Bruce Dickinson, Dave Murray, Adrian Smith, Janick Gers y Nicko McBrain!

“And I screamed for you Iron Maiden, and I’ll do it again.”

2 comentarios:

La lunática dijo...

¡Qué lindoooo! Esta historia vuestra (como diría tu amado Cerati) es maravillosa, y lo mejor es lo que se les ve en los ojos a los dos cuando la platican jeje.
Besos y abrazos

Anabell dijo...

Amigaaa, muchas gracias por tus palabras.

Cuando niña jamás imaginé que así me enamoraría ni que estas cosas serían una parte del pegamento del alma que nos une a mi maridito y a mí, pero créeme que el resultado es mucho mejor de lo que pude haber imaginado.

Gracias por leer y comentar.

Besitos del corazón.