"¡Cómo me dan pena las abandonadas,
que amaron creyendo ser también amadas,
y van por la vida llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un niño!..."
Recuerdo que así rezaba el poema de Julio Sexto que mi madre solía escuchar en la voz de Manuel Bernal cuando yo era niña.
Mi marido dice que en mi familia somos tirados al drama porque nuestra vida ha sido material digno de una película de Emilio el Indio Fernández, protagonizada por una Dolores del Río, una Marga López o una Libertad Lamarque en compañía de alguno de los hermanos Soler o de Joaquín Pardavé.
Sí, seguramente por eso me dan pena las abandonadas... y los abandonados también.
Muchas veces me he sentado a pensar en cuál es la verdadera razón por la que vengo aquí a vaciar el sentimiento, la reflexión, el dolor, la alegría, el coraje, la desolación, la emoción y todas las cosas de las que suelo hablar.
Aquí casi nadie me conoce y por esa razón creo que no siempre tienen sentido mis palabras más que para mí misma, para la amiga con la que comparto este espacio y para una o dos amigas que sé que de vez en cuando vienen a leer.
¿Compartir? Durante algún tiempo pensé que este espacio servía para compartir pero, ¿realmente tengo algo qué compartir?
La verdad es que no lo sé. Hablo porque tengo algo qué decir y creo que a estas alturas de la vida no necesito justificación para hacerlo. Simplemente ahí está para el que quiera tomar algo si le sirve y lo que no, pues que lo pase de largo.
De repente miro mis propios proyectos y veo que en algún momento los he abandonado. Casi siempre porque siento que no tiene caso seguir adelante con sueños que a nadie le importan.
En el recuento de lo que hice durante el 2009 me encuentro con que dejé pasar mucho tiempo antes de venir a dejar alguna entrada en este espacio. Siempre tengo algo qué decir, pero a veces no tengo tiempo, a veces no tengo ánimo y en ocasiones no tengo seso para expresar correctamente las ideas.
En fin... ¡Qué importa si lo que digo son tonterías o cosas sin sentido! Para mí, expresar lo que siento es comolanzar al viento la voz de la persona que vive aquí adentro y que es más que una hija, una esposa, una madre, una amiga o una trabajadora.
Que no sea yo, la primera en abandonar mis sueños.
que amaron creyendo ser también amadas,
y van por la vida llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un niño!..."
Recuerdo que así rezaba el poema de Julio Sexto que mi madre solía escuchar en la voz de Manuel Bernal cuando yo era niña.
Mi marido dice que en mi familia somos tirados al drama porque nuestra vida ha sido material digno de una película de Emilio el Indio Fernández, protagonizada por una Dolores del Río, una Marga López o una Libertad Lamarque en compañía de alguno de los hermanos Soler o de Joaquín Pardavé.
Sí, seguramente por eso me dan pena las abandonadas... y los abandonados también.
Muchas veces me he sentado a pensar en cuál es la verdadera razón por la que vengo aquí a vaciar el sentimiento, la reflexión, el dolor, la alegría, el coraje, la desolación, la emoción y todas las cosas de las que suelo hablar.
Aquí casi nadie me conoce y por esa razón creo que no siempre tienen sentido mis palabras más que para mí misma, para la amiga con la que comparto este espacio y para una o dos amigas que sé que de vez en cuando vienen a leer.
¿Compartir? Durante algún tiempo pensé que este espacio servía para compartir pero, ¿realmente tengo algo qué compartir?
La verdad es que no lo sé. Hablo porque tengo algo qué decir y creo que a estas alturas de la vida no necesito justificación para hacerlo. Simplemente ahí está para el que quiera tomar algo si le sirve y lo que no, pues que lo pase de largo.
De repente miro mis propios proyectos y veo que en algún momento los he abandonado. Casi siempre porque siento que no tiene caso seguir adelante con sueños que a nadie le importan.
En el recuento de lo que hice durante el 2009 me encuentro con que dejé pasar mucho tiempo antes de venir a dejar alguna entrada en este espacio. Siempre tengo algo qué decir, pero a veces no tengo tiempo, a veces no tengo ánimo y en ocasiones no tengo seso para expresar correctamente las ideas.
En fin... ¡Qué importa si lo que digo son tonterías o cosas sin sentido! Para mí, expresar lo que siento es comolanzar al viento la voz de la persona que vive aquí adentro y que es más que una hija, una esposa, una madre, una amiga o una trabajadora.
Que no sea yo, la primera en abandonar mis sueños.